1.- Astillas en la piel, de César Pérez Gellida
Urueña, en una noche fría donde la cencellada helada impide casi respirar. Dos amigos del Instituto, compañeros de universidad, Álvaro, un escritor de éxito, y Mateo, un crucigramista en horas bajas se verán envueltos en una trama que tiene mucho que ver con su pasado, pero también -sin que ellos sean conscientes de ello- con su presente y futuro.
2.- La ley de la inocencia, de Michael Connelly
Connelly crea un thriller judicial que nos atrapa desde la primera página. Sé que las comparaciones son odiosas, pero aquí crea una acción judicial digna del mejor John Grisham, haciéndonos llegar una interesante trama oculta que nuestro protagonista ha de ir destapando. Nos muestra los entresijos, la jerga y el modus operandi que se usa entre bastidores dentro de la maquinaria judicial (al menos en lo que a Estados Unidos se refiere), donde demuestra una gran labor de investigación por parte del autor a la hora de documentarse. La novela consta de cincuenta y tres capítulos que debido a su corta duración, provoca que la historia sea ágil y muy rápida de leer, haciendo que no la podamos soltar hasta su giro final.
3.- Nunca, de Ken Follet
Si por algo engancha Follet, aparte de una historia sólida que no da tregua al lector, es por los personajes que habitan sus páginas. Aquí consigue un reparto coral, donde cada cual protagoniza su hilo argumental. Distintas historias que entreteje de tal manera que va componiendo lo que al principio parece un puzzle imposible, pero que para nuestra sorpresa, encaja hasta la última pieza, haciendo converger la historia de una joven nativa que vive a orillas del lago Chad que sueña con poder dar a su hijo una vida mejor; la de una joven agente de la CIA destinada en África central; un agente de inteligencia chino; y la mismísima presidenta de Estados Unidos.
4.- El gabinete de los ocultistas, de Armin Öhri
A través de la novela “La musa oscura”, ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea, conocimos a Albrecht Krosick y Julius Bentheim, los estudiantes aficionados a resolver crímenes. En “El gabinete de los ocultistas” volvemos a reencontrarnos con ellos. Esta vez los acompañamos a una celebración que ha organizado el barón Valentín von Falkenhayn en su palacio. Allí acudirán a una sesión de espiritismo en compañía de once invitados más, haciendo que sumen trece los concurrentes, número maldito para los creyentes y supersticiosos. Que al término de la velada, uno de los invitados sufra un terrible accidente mortal, hará que los rumores sobre la actividad que acababan de practicar, formada por un número de asistentes tan fatídico, se propaguen rápidamente por la ciudad. A raíz de ello, el escéptico Albrecht Krosick decide formar “el Gabinete de los Ocultistas”, que constará intencionadamente de trece miembros. Pero las muertes no cesan, y junto a Julius tendrá que enfrentarse al caso y a sus propios fantasmas.
5.- Hamnet de Maggie O’Farrell: la novela (histórica) perfecta
Es este un trabajo literario que enamora, protagonizado por personajes de carne y hueso, que conmueve de principio a fin a pesar del dolor que transmite y del sentimiento de pérdida y la superación del duelo
6.- El callejón de las almas perdidas de William Lindsay Gresham
La obra principal de William Lindsay Gresham (Baltimore, 1909 – Nueva York, 1962): El callejón de las almas perdidas, publicada en 1946 y llevada al cine al año siguiente bajo la dirección de Edmund Goulding. Ahora, tres cuartos de siglo después, vuelve a hacerlo Guillermo del Toro, mientras que Sajalín Editores reedita la novela que publicó hace una década.
7.- Canción de Eduardo Halfon
Reconstruir el pasado, buscar en él cimientos sólidos para la propia identidad es, sin embargo, una tarea llena de trampas y sorpresas, Por eso Halfon se acerca a veces a sus recuerdos cuestionándolos, dudando de que realmente escuchara o interpretara correctamente cierto comentario, de que lo que le cuenta su interlocutor no esté viciado por su propia desmemoria. En otros momentos, por el contrario, aquellas escenas del pasado aparecen con la nitidez cegadora de una verdad incuestionable. También nos cuenta Halfon lo que pensó decir y no dijo, lo que pudo ser pero no fue. Una forma helicoidal de narrar que, acompañada de rítmicas repeticiones, puede adquirir la musicalidad de una salmodia.
8.-La desaparición de Adèle Bedeau de Graeme Macrae Burnet
‘Un plan sangriento’, la primera novela de Graeme Macrae Burnet que publicaba Impedimenta, no era solo un thriller apasionante, era también una novela histórica y social en la que llamaba la atención su estilo elegante y fluido, remedo del lenguaje preciso y elaborado que correspondía a los documentos decimonónicos que componían el texto.
‘La desaparición de Adèle Bedeau’, que ahora nos llega, es en realidad anterior. Pero nos equivocaríamos al pensar que, por situarse en la estela de un gran éxito, convenientemente aireado en la faja publicitaria, va a ser de calidad inferior. A veces ocurre, cuando una razonable lógica editorial acude al rescate de obras primerizas, pero no es el caso.