A estas alturas qué se puede decir de Ken Follet que no se sepa ya. Escritor de géneros como la novela histórica o de espionaje —incluso ha coqueteado con la ciencia ficción en una novela de corte juvenil titulada “El planeta de los gusanos”—; prolífico creador de bestsellers, y es que su nombre es ya sinónimo de éxito. Para cualquiera que lo haya leído huelga decir que no es autor de productos para el disfrute únicamente del lector mediático, sino también para el lector más exigente. Sus libros llevan detrás un arduo trabajo de documentación e investigación, colocando a sus personajes en escenarios reales ante situaciones muy verosímiles, ya sea en la alta Edad Media como en la actualidad. Sus ejemplos más claros quedan patentes en sus obras más conocidas, como pueden ser “Los pilares de la Tierra”, sus secuelas y precuela, así como la denominada trilogía “The Century”.
Fue mientras se documentaba para “El invierno del mundo” —la primera de las que componen dicha trilogía— donde descubrió que la Primera Guerra Mundial se declaró debido a una serie de acontecimientos que escaparon de control a consecuencia de las decisiones de los distintos gobernantes, como él mismo reflexiona al principio de “Nunca”:
“(…) Ningún líder europeo de ninguno de los dos bandos tenía intención de que sucediera. Pero uno por uno (…) nos acercaron más al conflicto más terrible que el mundo ha conocido. Llegué a creer que todo fue un trágico accidente. Y me pregunté: ¿podría volver a ocurrir?”
Y después de leer “Nunca” llegas a planteártelo también muy seriamente. Te hace consciente de cómo los acontecimientos presentes van fraguando de tal forma que su transcurso, según el autor, puede llegar a desencadenar en el tercer conflicto bélico de la misma o mayor magnitud que las anteriores guerras mundiales, y es que la globalización no solo hace posible que recibas paquetes desde el otro extremo del mundo a mejor precio y más barato que en la tienda de la esquina. Todo ello da mucho que pensar.
Pero si por algo engancha Follet, aparte de una historia sólida que no da tregua al lector, es por los personajes que habitan sus páginas. Aquí consigue un reparto coral, donde cada cual protagoniza su hilo argumental. Distintas historias que entreteje de tal manera que va componiendo lo que al principio parece un puzzle imposible, pero que para nuestra sorpresa, encaja hasta la última pieza, haciendo converger la historia de una joven nativa que vive a orillas del lago Chad que sueña con poder dar a su hijo una vida mejor; la de una joven agente de la CIA destinada en África central; un agente de inteligencia chino; y la mismísima presidenta de Estados Unidos. Nos muestra la vulnerabilidad de los gobernantes, así como sus debilidades y defectos, y de cómo las emociones pueden desencadenar actos que afectan a millones de personas; de lo absurdo que puede llegar a ser el acto revanchista de responder a un acto de agresión con otro igual o de mayor magnitud, que nos hará preguntarnos en manos de quiénes estamos. Así es como Ken Follet logra enganchar a toda clase de lectores, porque sus historias tienen emoción, tienen acción, tienen romanticismo, tienen sexo, tienen superación; en resumen, se componen de relaciones humanas, y sobre todo, nos hace pensar. Lo cuenta de forma tan apasionada y entretenida que hace posible que “Nunca”, con sus 835 páginas, se nos haga corta. La lectura fluye de una subtrama a otra, en las que el ritmo no decae en ningún momento, al contrario, va in crescendo hasta enlazar la siguiente, que seguirá haciendo que avance la historia, manteniendo la tensión hasta la última página.
Como no podía ser de otra manera, Plaza&Janés vuelve a editar un bonito volumen en tapa dura de este autor. Novela abultada como nos tiene acostumbrados, tan acostumbrados como a su calidad literaria, que sigue siendo emocionante y adictiva. Un verdadero placer disfrutar de su pluma.