Marcos Díez: Desguace

El Desguace del que habla Marcos Díez, en el título de su poemario, es el desguace que sufre nuestra realidad cuando nos abandonamos a las palabras, a su ritmo y a sus significados:

Poema de Jaime Gil de Biedma

No volveré a ser joven.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Francisco J. Castañón: Equipaje sin lastre

Cuando el discurso tiene como origen no solo la inteligencia, sino también el corazón del que habla, el mensaje llega al lector de una manera más nítida, más humana: y eso, al fin, es cuanto pretende el autor y desea el buen lector. Se trata de que a éste se le trate con la consideración debida, con amistad y respeto, con sosiego y argumentos que validen todo aquello de la vida que nos confiere proximidad, entendimiento, y no palabrería innecesaria.

Valentín Carcelén, El momento

Después de quince años de probarse en otros géneros como el teatro, el haiku o la traducción, Valentín Carcelén (Albacete, 1964) regresa a la poesía. Lo hace cambiado, como no podía ser menos, elaborando más la meditación que en libros anteriores

Jardín Gulbenkian de J.A.González Iglesias

Juan Antonio González Iglesias (Salamanca, 1964) ahonda en el estilo que le caracteriza, una poesía que finge ser ensayo y que sin embargo es pasión, que parece rasear con frases reflexivas pero que vuela con el esplendor relajado de las águilas.