Ruinas humanas, cutres atracadores, violadores, asesinos, drogadictos y demás escoria humana aparecen y desaparecen de unos relatos en otros saltando entre ellos de actores principales a secundarios, de jóvenes a adultos desastrados, de mal en peor. Mientras uno sumerge cadáveres en una infecta charca, otro se queda pegado en su propia mierda en el asiento del coche mientras duerme, un tercero asa un pollo en un neumático ardiendo, un cuarto cambia los pañales del padre de la tipa con la que acuesta y un quinto se pone una peluca rubia mientras se contonea ante un obeso camionero. Hemos contado cinco, pero esta cuenta podría llegar hasta cien personajillos que actúan de forma parecida entre todos los relatos.
Lo complicado de hacer es darle credibilidad y ausencia de esperpento a tales tramas. Lo que debería ser un libro de humor o quizás un profundo drama colectivo pasa en tono limpio y aséptico ante nuestros ojos. Pollock no toma partido por nadie, no moraliza, ni condena, ni siquiera opina. Plantea los hechos desde los ojos de los propios protagonistas quienes evidentemente ven cierta coherencia en sus actos. Knockemstiff merece el calificativo que le da Kiko Amat en el prólogo y con el que concordamos plenamente: Es el culo del mundo. Pero apostillamos, masculino y americano.
Por cierto un prólogo muy trabajado e instructivo pero con tantos spoilers que chafa varios relatos. Tómenlo como un postfacio y lo disfrutarán más.
Knockemstiff o cómo convertir la basura y el vómito en verdadera literatura.
P.D. Si quieren que su mujer, su pareja o su madre les mire muy raro durante una temporada permítanles leerlo; claro, bajo su propia responsabilidad (si les queda alguna).
Marc Canela
Muchas gracias por el enlace.
Saludos.