Jesmyn Ward ganó el National Book Award 2011 con Quedan los huesos, una impactante historia de esa otra Norteamérica que sólo aparece en las crónicas de sucesos pero que en esta novela es protagonista por partida doble.
Bois Sauvage, Mississipi. En un lugar llamado el Hoyo malvive una maltrecha familia de raza negra. El padre alcohólico cuida de sus cuatro hijos tras la muerte de su mujer en el último parto. Tres están adentrados en la adolescencia mientras el benjamín todavía es un niño. La única chica Esch es la verdadera protagonista. Su mirada en primera persona desgrana el desastre familiar. Sí, esta novela comienza en el Hoyo pero promete acabar con la desolación general. Un huracán llamado Katrina amenaza la costa en los próximos días.
Esch narra la desintegración familiar, el posicionamiento de sus hermanos, Skeetah y su perra pitbul que acaba de parir y sus ansias de competir. Randall el dotado para el baloncesto que sueña con su beca deportiva y ella misma a quien le es más fácil darle a los chicos lo que quieren de ella más que negarselo. El padre sólo es una figura difusa entre una y otra borrachera.
Cuando Esch cree que está embarazada y roba el test de embarazo sabe que no puede contárselo a nadie, que va a estar sola frente a su familia y su futuro. Así pasan los días previos a llegada del huracán. La tensión va cociéndose a fuego lento con un calor intenso, con unas relaciones familiares al límite y con unos personajes que únicamente quieren sobrevivir. Cuando en los preparativos el padre se accidenta los cuatro hermanos saben que la lucha por defender la casa dependerá de ellos mismos.
Obra que retrata el malestar social de las clases bajas estadounidenses, llamada a formar parte de los Steinbeck modernos, autores a los que la crisis económica les da argumentos para relatar. Personajes desesctructurados a los que Ward da vida en medio de la desolación para humanizarlos, redimirlos, bendecirlos pues solo alguien no terrenal sabe que existen.
El merito de Ward en Quedan los huesos es colocar el foco sobre la adolescente Esch. No son los ojos de un narrador quienes cuentan la tragedia sino los de su misma protagonista. Sus preocupaciones cotidianas se mezclan con la sombra de su embarazo, los empellones familiares y el huracán Katrina que proyecta una sombra amenazante de manera significativa. La autora ofrece una tristeza poética del conjunto, parece deleitarse en el caos como forma de redención y cuando llega el climax, el Katrina, todos saben que su vida va a cambiar.
Una poderosa obra de una autora a seguir.