Apenas dos meses atrás reseñé en esta web «Maisie Dobbs. Una detective con intuición», en la que señalaba que era la primera entrega y carta de presentación de tan peculiar y empoderada detective, que ejercía tan peculiar profesión en el periodo de entreguerras. Al final de dicha reseña indicaba que ojalá la señorita Dobbs siguiera acompañándonos por medio de las siguientes entregas —ya publicadas hace años en su idioma original— y este deseo se ha visto cumplido con Tres plumas blancas, segunda aventura de esta perspicaz y encantadora investigadora.
Como he señalado más arriba, la anterior novela trataba más los orígenes de la señorita Dobbs: de cómo condicionó su vida la pérdida de su madre siendo una niña; su trabajo como enfermera en Francia durante la Primera Guerra Mundial, hasta llegar a ser una pionera en eso de ser detective privada. Tenían más peso narrativo sus aspectos biográficos que el misterio que debía desentrañar. En esta segunda entrega, la novela se centra más en el caso que se le encomienda. Dejando más de lado aspectos del pasado de nuestra heroína. Sin obviar trazos de su vida que tienen relevancia con la trama principal, y que obviamente forman el hilo narrativo personal de nuestra protagonista, cuyos hechos son el nexo que forman la línea argumental de toda la saga. Independientemente del crimen que ha de resolver en cada una de ellas.
Esta vez es Joseph Waite, un adinerado hombre de negocios hecho a sí mismo, el que contratará los servicios de Maisie, encargándole que encuentre a su hija, su caprichosa heredera. Un caso en apariencia sencillo, pero que se irá complicando a medida que se adentra más en la búsqueda de la chica. Contará de nuevo con la inestimable ayuda de Billy Beale, el veterano con secuelas de guerra que se ha convertido en su asistente.
En esta nueva entrega, al centrarse más en el trabajo de investigación, la trama se ralentiza menos al prescindir del flashback indispensable en la primera novela para poder conocer así al personaje principal. Con esto la autora demuestra tratar al lector con inteligencia, evitando caer en la redundancia, porque ya sabemos la historia de Maisie, ahora vamos a disfrutar viendo como despliega sus habilidades e inteligencia a la hora de ejercer su trabajo. Porque es un placer acompañar a esta suerte de Miss Marple a las puertas de la treintena.
La autora, continuando en la línea amable, nos ofrece un apasionante y complicado puzzle. De nuevo, la sombra de la Gran Guerra sigue siendo alargada, demostrándonos que la confrontación no se acaba con la firma del armisticio. Las secuelas que no se ven son a veces más dolorosas que las visibles, como su ayudante Billy demuestra. Un caso complejo y cuyos giros nos sorprenderán, y es que para el lector aficionado al noir y que crea haberlo leído todo, esta saga será como un soplo de aire fresco. Con un regusto a origen de las novelas de misterio pioneras que han inspirado a los grandes escritores del género, es un placer visitar esta narración afable, carente de aspectos escabrosos, donde sus personajes nos fascinan tanto como el misterio que han de resolver. El contexto también resulta igual de atractivo mostrándonos aspectos de la sociedad de la época; los problemas económicos causados por el crac del 29, y cuya honda expansiva afectó a casi todas las naciones como consecuencia de la recién nacida globalización, que las embarcaba en la misma nave; colas interminables en las oficinas de empleo, y familias que no tenían nada que echarse a la boca.
Novela adictiva, con un ritmo que no decae y con personajes tan entrañables que no nos entristecerá acabar tan pronto su lectura, porque Maeva Noir nos adelanta las primeras páginas de la tercera entrega de esta detective que ya nos ha ganado el corazón, y con la que nos reencontraremos en enero de 2023.