Los personajes a los que nos viene acostumbrando Peter Stamm (Weinfelden, 1963) son solitarios por vocación y naturaleza. Transitan por relatos y novelas cruzándose azarosamente con otras vidas sin que ello suponga una merma de su soledad esencial. Y cuando se nos muestran sus intimidades, sus miedos y sus decisiones a veces sorprendentes, concluimos que ni ellos mismos pueden siempre justificar sus acciones, sus sentimientos y deseos. El autor suizo, no obstante, pone de su parte un estilo limpio y directo al servicio de unos textos a veces inquietantes, en ocasiones conmovedores y siempre sugerentes.
Stamm es de los autores que consideran relevante dotar de unidad y coherencia a sus escritos, y él lo hace estableciendo nexos a distintas escalas. Puede crear, dentro de un libro de relatos, un tenue hilo que vaya enlazando los textos, o reorganizar algunos elementos de aquellos para incluirlos en sus novelas. Y si profundizamos en su obra no dejamos de encontrar constantes: actitudes compartidas por diferentes personajes frente a distintos conflictos, o una ubicua naturaleza a la vez protectora y exigente. Su fidelidad a unas cuestiones que quizás solo la literatura puede tratar con solvencia es, sin duda, un rasgo que dota de personalidad a una de las obras escritas en alemán más interesantes del momento.
La última novela de Stamm, ‘Monte a través’, parte de una huida, tan visceral como la del personaje principal de ‘Paisaje aproximado’ (2001), que se lanza a atravesar Europa desde un pueblo perdido en el círculo polar, y tan sonámbula como la del portador de ‘La maleta’, relato de ‘A espaldas del lago’ (2011), que escapa en tren cargando con las pertenencias de su pareja enferma.
El impulso que aquí empuja a Thomas a marcharse sin mirar atrás mientras su mujer, Astrid, va a atender a los niños, no es fruto de una decisión premeditada, a lo sumo parece derivarse de un tedio vital, el que produce la certeza de un futuro ya escrito, sin sorpresas. A partir de este comienzo la acción se divide en dos tramas paralelas, la que describe la marcha obsesiva y clandestina de Thomas hacia las montañas, y la que traslada al lector la angustia de Astrid desde que comprende la realidad del abandono.
La vergüenza y la culpa la inclinarán a disimular la situación incluso ante sus hijos, hasta que decida compartir las circunstancias de la desaparición con un joven y protector policía. Serán los movimientos de la tarjeta de Thomas, los que les animen en una persecución que mantendrá la tensión del relato.
Por su parte Thomas, en su recorrido, conocerá a una serie de personajes incapaces de doblegar su aislamiento y determinación, mientras busca en sus recuerdos una forma de mitigar la soledad. Solo lo conseguirá parcialmente mientras lucha por su supervivencia en una naturaleza deslumbrante pero indiferente.
Finalmente Stamm, otorgando poderes ilimitados a su narrador omnisciente, introducirá, en la última parte del texto, un giro formal imprevisto que no viene sino a confirmar las posibilidades de la ficción en unas manos expertas.
Rafael Martín