Por José de María Romero Barea
En vida, el poeta Catulo (Verona, 87 a. C.-Roma, h. 57 a. C.) se especializó en la diatriba, la reflexión o la amistad, en formas métricamente novedosas. Inventó, sobre todo, la poesía amorosa, tal como la conocemos: fue el primer clásico en ocuparse de los vericuetos de las relaciones sentimentales en célebres versos. ¿Es posible extrapolar al enfant terrible de la Antigua Roma a nuestra época irreverente? Para responder a esta y otras cuestiones, el periodista británico Tibor Fischer (Stockport, 1959) revisita al vate que escribió borrando, ocultando rasgos de su personalidad a base de mostrarlos, desvelando una versatilidad que lo conduciría a una muerte prematura.
“Ni una sola de las líneas de Virgilio, Horacio u Ovidio tiene la pegada de los grandes éxitos de Catulo: una vez los oímos, quedan prendidos de nuestra imaginación como una canción de Chuck Berry”, sostiene el autor de Filosofía a mano armada (1997). En su artículo “El héroe latino de los adolescentes desgarrados”, en el número de diciembre de 2019 de la revista londinense The Critic, con motivo de la novela recién aparecida en Reino Unido A Thousand Kisses de Frederick Raphael (Holland House, 2019), se adentra en el laberinto de la reputación del neotérico, entre caminos que se bifurcan, hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, involucrado en la crónica de los trabajos y los días del autor de “Odi et amo”.
El resultado es el anacronismo legible del heredero de Calímaco, del representante de la Escuela de Alejandría como un languideciente enamorado, preso de la codicia y la impaciencia, inmerso en los picos y valles de su romance con Lesbia. La capital del Tíber, bajo Julio César, es un semillero de luchas internas, corrupción y decadencia, donde tienen lugar los preludios sin aliento, la anticipación del desasosiego, la alegría, las decepciones, el desamor, la recuperación de la cordura. Concluye el finalista del Booker Prize 1993, que la razón por la que el elegiaco romano sigue siendo pertinente es su amplio rango emocional: no solo es capaz de amor y odio, sino de urbanidad e ingenio, carnalidad y lascivia, deleite y exaltación.
“Otros poetas tienen la misma mala leche (véanse Marcial y Juvenal, por ejemplo), pero adolecen de la mítica propensión a la floritura, la épica íntima o la imaginería engañosamente docta de Catulo”. De la mano de Fischer y Raphael, el admirador de Safo cobra vida en nuestra era plena de furia y amargura, brutalidad y sátira, adulterios e iniquidades; macabro y lúdico, hilarante a la vez que fúnebre, se libera de sus ataduras ancestrales para regresar a nuestro no menos convulso siglo XXI: “¿Fue su poesía un espejo de su ego o una forma de ocultamiento?”. Apropiado, entonces, internarse en el ensayo de la publicación inglesa The Critic para llegar a un creador intemporal, de rabiosa actualidad.
Sevilla, 2020