En principio no me seducía demasiado el tema de esta novela de no ficción –factual fiction, que dirían los angloparlantes- que desgrana a lo largo de 425 páginas las “hazañas” de aquel individuo llamado Enric Marco que tras pasarse media vida protagonizando asociaciones, conferencias, homenajes, reportajes y entrevistas como represaliado franquista y, sobre todo, como presunta víctima de los campos de concentración nazi, fue un buen día desenmascarado como lo que es: un patético y colosal fantasmón.
Ya digo que el tema no me llamaba la atención, o no demasiado en un país en el que sólo hay que tirar un poco de la manta para dejar al descubierto la desfachatez de tanto embustero solapado, tanto vendedor de humo, tanto mediópata sin escrúpulos. Pero. Había un pero que contrapesaba mi renuencia: el autor, Javier Cercas al cual le vengo siguiendo la pista desde Soldados de Salamina. Fidélité obligue.
Mi instinto no me ha defraudado. Contra mi inicial pronóstico no sólo acabaron por cautivarme la doble biografía de Marco, la real y la inventada, sino que me interesaron sobremanera los flecos que Cercas ha sabido desprenderle a ambas.
Conocemos por trillado el dicho de que la realidad supera la ficción pero en el caso de Marco, encantador de serpientes y superdotado farsante, ambos conceptos experimentan una fascinante vuelta de tuerca: la realidad estaba donde debía de estar la ficción y viceversa. La ficción la pone Marcos, completamente, tanto en lo concerniente a la sublimación de la vida heroica que se inventó para sí, como en la prosaica biografía de la que quiso escabullirse (casi más interesante ésta que la otra, diría yo).
Una década después de que al personaje se le cayeran las máscaras y tras algunos intentos fallidos de abordarlo literariamente, Javier Cercas indaga sobre este individuo en un ameno e interesante mix entre thriller, ensayo, historia, crónica y biografía, desbrozando incansablemente entre verdades y mentiras, entre hechos constatables y delirios fantasiosos, ensanchando la frontera de la ficción a su antojo, como debe ser, pasando de una cosa a otra con libertad y rigor. Los desmanes de Enric Marco le dan cuerda a Cercas para indagar en las esencias del narcisismo patológico, en nuestra capacidad de engañar y de ser engañados, en el papel de la literatura en dicho juego, en la similitudes entre el novelista que juega a la verdad mediante el engaño y Enric Marco que, a priori, parecería haber hecho exactamente lo mismo porque la trágica realidad que él describe no dejó de existir por más que él la reinventase a su antojo y acomodo.
Para conseguir su propósito, la veracidad de este libro, Cercas se entrevistó varias veces con Enric Marco. No debió de ser fácil, sabiendo como sabían uno y otro que el objetivo del escritor cacereño no era, como habría esperado el frustrado aspirante a superhéroe, el de una pública redención que le devolviese los honores injustamente arrebatados (casi tan inabarcable como la megalomanía de Marco resulta ser su victimismo). Pero aun sabiendo que la novela de Cercas no habría de restituirle nada -más bien todo lo contrario- Marco no sólo dio su consentimiento sino que colaboró de buen grado. Supongo que habría leído a Oscar Wilde y que uno de sus más célebres sarcasmos cuadraba a la perfección con su desbordante deseo de notoriedad: “que hablen de uno, aunque sea mal.”
Tuve ocasión de asistir a una charla con el escritor en el transcurso de promoción de la novela y, al preguntarle alguien sobre el efecto que el libro había causado en Enric Marco, respondió Cercas lo que yo y supongo que el resto de asistentes al encuentro esperábamos escuchar:
– Creo que la novela no le ha gustado, esa es la verdad, aunque si le hubiese gustado a él entonces no me habría gustado a mí.
Suena interesante, sobre todo que te sorprendió… habrá que ponerlo en la lista!