Reconozco que el título me resultó sugerente. ¿Quién no ha caído alguna vez en las garras de un buen título o una buena portada? Teatro, canciones, épocas oscuras de nuestra historia (casi todas lo son) y la pluma de un melómano y dramaturgo como Santiago Martín Bermúdez, me parecía una combinación atractiva para una novela que podía aglutinar muchos elementos atractivos para mi. Mal comienzo. Demasiadas expectativas sólo pueden conducir a un puñado de decepciones. Y en parte ha sido así. Si tuviera que resumir en pocas palabras la novela en base a esas premisas, diría que poco teatro, mucha copla, algún trazo de novela negra y mucha, mucha nostalgia.
El regreso de un pianista de jazz, exiliado español nacionalizado alemán, a la España tardofranquista de 1974, concita una especie de exorcismo de historias pasadas que son el vehículo ideal para este ejercicio de nostalgia sobre un lugar (el Madrid más popular) y una época (mediados de los cincuenta en pleno esplendor franquista). Pese a que nuestro protagonista es interprete de jazz, los recuerdos musicales que evoca en su regreso a Madrid están capitalizados por la copla, género que lo copaba todo en los años 50: los teatros, las emisoras de radio, las reseñas en los periódicos, las preferencias del pueblo… Y aunque el tío del protagonista regentaba un teatro en Madrid, también era un espacio destinado a satisfacer los gustos musicales de la gente y por tanto encontramos pocas referencias género dramático, a excepción de unas pocas menciones tangenciales a López Rubio, Jardiel y Mihura.
En cuanto a la historia, más allá del citado y omnipresente ejercicio de nostalgia, discurre a caballo entre una trama propia de novela negra basada en un crimen pasional pretérito y un relato político de la España a punto de sacudirse el nefasto régimen, con un papel destacado del romántico partido comunista en la clandestinidad. Martín Bermúdez no profundiza en ninguna de esas dos vías. Ludwing Rubirosa, el pianista, parece vivir todas estas historias de un modo incidental, en el contexto de una situación personal de crisis sentimental, abandono nostálgico y poses de seductor maduro.
Evidentemente la novela tiene cosas interesantes y el retrato geográfico y sentimental de dos épocas recientes, pero lejanas a nuestra realidad actual, es muy atractivo. Hay anécdotas jugosas, retratos de la ciudad sugerentes y exhibición de conocimientos musicales muy interesante. Pero en mi opinión falta una argamasa narrativa que conforme una historia y combine de manera natural y efectiva todos esos elementos.