El libro es un compendio de notas y correspondencia de Chéjov que hacen alusión al teatro. En muchas ocasiones son escritos informales sin pretensión de trascendencia, y que por tanto aportan una visión natural y directa del teatro a ojos del gran escritor. Pero el valor de este volumen no sólo reside en la visión cualificada de su autor, sino también en el minucioso fresco que constituye sobre el panorama teatral de la época. LEER MÁS
Hay disquisiciones sobre temas y polémicas que hoy siguen en vigor, como la inmersión del realismo en la dramaturgia, el tirón comercial de los actores consagrados, la endogamia de la oligarquía teatral, lo discutible de la justicia de premios y reconocimientos… También hay lugar para la ironía, descargada en diferentes estamentos del mundo teatral, como ésta dedicada a los críticos: “Se ha descubierto el remedio contra los críticos molestos. Si un crítico le elogia, preséntele e invítelo a cenar a Casa Velde; por el contrario, si le increpa, rómpale la cara. En definitiva, retribuya sus méritos y castigue sus vicios, sin desestimar inocentes recursos como un cogotazo o un rodillazo”.
En la parte de su correspondencia abarca el período desde sus primeros pasos como dramaturgo, hasta su consolidación como autor teatral. En las primeras cartas publicadas detalla los avatares de su primera obra, Ivánov: su creación rápida y efectiva azuzada por una inspiración arrolladora; los detalles de su venta a la compañía del empresario Korsh; sus problemas con el reparto, los ensayos, el ego de los actores, sus imprecisiones de principiante a la hora de mantener el control sobre el montaje… y los nervios del estreno, cómo el autor se siente ajeno a su obra cuando los actores improvisan, rellenan lagunas de texto o actúan borrachos. Pero lo cierto es que con el estreno de esta obra Chéjov consiguió no dejar indiferente a nadie y supuso el inicio de una carrera dramatúrgica encomiable, que posteriormente incluiría una revisión de esta primera obra.
A través de la extensa correspondencia publicada, acotada eficazmente a los aspectos puramente teatrales, disfrutamos de un punto de vista privilegiado sobre el teatro en general, y sobre las obras del momento, de las que Chéjov se convirtió en un lector crítico consultado por muchos autores a los que aconsejaba “(…) no según mi experiencia –que no tengo, o tengo muy poca-, sino sólo según mi impresión”. También hay impresiones sobre la obra de los autores de éxito como Gorki o Gógol y de los clásicos, con constantes referencias a la obra de Shakespeare, e incluso alguna a Lope.
Pero quizá lo más interesante es que en estas cartas dirigidas a empresarios, actores, familiares, colegas, etc. descubrimos las primeras impresiones sobre sus grandes obras: El espíritu del bosque (convertida después en Tío Vania), La Gaviota, su obra más conocida que curiosamente debutó con un gran fracaso, o Las Tres Hermanas. En su correspondencia también deja entrever su gusto por el vodevil (El Jardín de los Cerezos), pese a ser considerado un género menor. Las tribulaciones de Chéjov con su obra son las de alguien comprometido con su arte y expuesto al sufrimiento de la creación.
Un libro imprescindible para los seguidores de Chéjov, altamente recomendable para los amantes del teatro e interesante para el resto.
Daniel Vega
FICHA DEL LIBRO