Tynset – Wolfgang Hildesheimer

Tynset es un relato denso y oscuro, profundamente onírico pese a hallarse en las fronteras del sueño. Turbador e inquietante, contiene un tupido significado simbólico que trasciende lo aparente. (más)

Un monólogo, un soliloquio en una noche insomne, esa es la definición oficial. No obstante, la balsa a la deriva en el océano de la noche en que se convierten los pensamientos y acciones del narrador, supone un esfuerzo notable. Hay que masticar y tragar sus idas y venidas, sus reflexiones y sus símbolos.

Comencemos con las partes más brillantes, el episodio de las llamadas telefónicas de madrugada, asustando a desconocidos que se ven obligados a cambiar de vida, sin que se conozcan los motivos. Ciertamente todos los alemanes maduros de la postguerra pudieran sentirse culpables de lo acontecido, ese “lo saben todo, ¡huya!” es la espoleta que transforma los sentimientos en acción, la conciencia en movimiento. Pero el narrador cesa este experimento, carece de seguridad de que todo sea tan fácil; al fin y al cabo hay infinitos motivos para huir. Él mismo expresa su ansia de viajar a Tynset, ciudad que da nombre al relato, sin saber porqué ni para qué, simplemente huir.

Esa es una parte de su naturaleza, la cual contrasta con la segunda, que introduce el relato del origen de la cama de verano, un cuento corto impecable, sublime, hiperrealista que concluye con siete casi muertos que están tan poco vivos que solo miran y respiran. El narrador también es todos ellos, no cambia su situación, se limita a observarla, mientras también mira, respira e intenta dormir, incapaz de decidir y de actuar.

Entre estos dos pedazos de gloria se inserta el fantasma del padre de Hamlet, Celestina la criada, y las digresiones del alcohol y los recuerdos, llaves de otros mundos alegóricos distantes e inexplicados. Todos estos rellenan un ejemplar único, diferente. Un placer para el lector no ligero que guste de digerir bien un plato fuerte, especiado, del cual somos espectadores de primera fila.