
En esos años sesenta, tres chavales se incorporan a los umbrales de su vida adulta. Brinco ya idolatra a Mariscal y le hace pequeños trabajos, Fins Malpica, hijo de pescador, soñador y taciturno, y Leda la chiquita sobre la que pivota la obra, inteligente, buena compañera, decidida.
Un accidente cambia todo y avanza quince años en el tiempo. El tabaco ahora es droga, los barcos son lanzaderas. Brinco es el brazo derecho de Mariscal y Leda su esposa. Sin embargo Fins ha cambiado, vuelve convertido en policía.
Del reencuentro en Brétema de todos ellos surgirán las lógicas chispas que cambiarán sus vidas. Sin embargo, en Galicia la marea siempre va y viene… las aguas cada poco tiempo retroceden y las cosas vuelven a su sitio.
Las frases cortas, marcadas, sólidas abundan en Todo es silencio. Máximas que penetran en quienes las escuchan esculpiendo sus vidas. Ritmo creciente que aboca a un triste desenlace, abierto, simbólico como todo allá. Forma y fondo contundentes que nos dejan sin resuello pero conmovidos de la belleza de su escritura, de sus protagonistas. Elipsis voluntarias en tiempos, conversaciones, frases. Caminamos por su lectura encontrando pistas, rastros singulares… líricos, jardines de palabras con un sentido que se implementan sobre otros mayores dándole cohesión a la obra que brilla como las rocas bañadas por las olas.
No se confundan, no es una obra para cualquiera. Manuel Rivas no escribe para todos. Hay que tener buen paladar y buen saque. Plato sustancioso que llena pero con unos matices de sabor exquisitos. No intenten picotearlo, así no funciona. Hay que sentarse, masticarlo, disfrutarlo y terminárselo. Incluso hay que echarse una siesta después. Sólo así verán la magnitud de lo que creado el gallego… como siempre en gallego.
Pepe Rodríguez
Ficha del Libro
Com
Los comentarios están cerrados.