Erin Morgenstern es conocida por su primera novela “El circo de la noche”, con el que ganó el prestigioso premio literario “Locus”, perteneciente a los géneros de la ciencia ficción, fantasía y terror. Esta obra fue traducida a más de treinta y siete idiomas.
El año pasado publicó su segunda novela, “Un mar sin estrellas”, también dentro del género fantástico. Y Umbriel nos brinda el placer de disfrutarlo.
Entre relatos y cuentos breves nos narra la existencia de un mundo subterráneo situado a orillas del Mar sin estrellas repleto de túneles y recintos llenos de historias. Zachary, un chico que no supo aprovechar la oportunidad de acceder a este mundo mágico, sensación que le acompañará hasta que por fin y de casualidad unos años más tarde conseguirá. A través de bailes de máscaras y cuentos susurrados en salones de baile, conocerá a dos personas que lo conducirán hasta la sede de un sociedad clandestina. Zachary cae en un mundo embriagador, impregnado de romanticismo y misterio. Pero una batalla se libra por el destino de este lugar.
Mediante una prosa muy poética, Erin nos regala un libro que es una delicia leer, con un lenguaje claro y fluido como la propia miel que forma parte esencial del relato. O relatos, porque esta novela es una especie de muñeca rusa donde su autora nos narra una serie de metarrelatos de los que se nutre la historia central siendo un todo, como si de una especie de uróboro se tratara. Estos cuentos, muy bien solapados con el principal hilo conductor, se entrelazan de una manera tan sutil que apenas somos conscientes de que juntos son una única historia. Una historia bonita; una historia de amor, aventura, fantasía. Una oda a los libros; a la literatura, a la que rinde homenaje por la capacidad de hacernos vivir vidas ajenas, épocas pasadas y futuras, viajar a reinos mágicos e imaginarios, o a veces más reales que la propia realidad.
Al leer este libro me viene a la mente la novela del tristemente desaparecido Carlos Ruiz Zafón, “La sombra del viento”, al que la propia autora hace alusión en algún pasaje. Como tampoco puedo evitar evocar las reminiscencias de obras de grandes maestros de la fantasía como pueden ser “Neverwhere” de Neil Gaiman u “Otros reinos” de Richard Mathenson de donde, presumo, la autora ha sido de esas fuentes de donde ha bebido, y que sin ser descabellada esta opinión personal, ella misma formará parte de estos grandes del género en un tiempo no muy lejano.
Personajes bien tratados. Hasta los secundarios tienen sus dobleces donde no sabes si siguen su propia búsqueda o se tratan de personificaciones de las metáforas que afloran en los distintos relatos que se intercalan a o largo de la trama principal. Historias breves y entretenidas que hacen que no podamos parar hasta haber acabado con las quinientas páginas de esta aventura que nos sabrá a poco y nos dejará con ganas de más. Que como siempre resulta que el género fantástico nos habla de asuntos mundanos: del amor perdido; de la oportunidad pasada que no debimos dejar escapar, porque la vida rara vez da segundas oportunidades; que un libro no es solo una historia escrita, y que siempre que tengamos uno nunca estaremos solos del todo.
Un libro que es un placer leer y que todo amante de la fantasía tiene la obligación de hacerlo, porque esta novela es precisamente un homenaje al género. Y como señalo arriba, estamos ante una maestra del género que de una forma de escribir exquisita consigue hacer creíble lo increíble.