“Todo mal tiene dos remedios: el tiempo y el silencio.”
Este diciembre muchos hemos sido los que acudimos a comprar la última reedición de El conde de Montecristo, sobre todo porque se trata de una edición corregida y puesta al día, algo de lo que, de este título completo, estábamos escasos. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El conde de Montecristo.
Conocemos a Edmond Dantès un honrado marinero que está enamorado de la joven y hermosa Mercedes. Poco sabe que su amigo Ferdinand le va a traicionar para quedarse con la chica y menos aún que acabará en el castillo de If, en el que pasará 13 años condenado injustamente. Toda esta pesadilla cambiará al antes joven Edmond.
Poco se puede decir sobre El conde de Montecristo que no se sepa ya. Empezando por su autoría, que no corresponde solamente a Dumas (padre) ya que lo escribió junto a Auguste Maquet, que a cambio de un buen pago accedió a no figurar como coautor. No se trata además en este caso, de uno de esos bulos sobre escritores y supuestos negros, ya que Maquet colaboraría con Alejandro Dumas en más títulos. De hecho, este profesor de historia conoce a Dumas por remitirle una obra para que se la retocase, consiguiendo así un éxito, que repetiría con otra novela de Maquet transformada. El editor de ambos, viendo que se vendían mejor las novelas firmadas solo por Dumas, acordó con Maquet que no apareciera su nombre a cambio de una considerable cantidad de dinero. Su colaboración fue algo habitual, teniendo incluso una estructura fija de trabajo, y no fue el único ya que se dice que Dumas llegó a tener sesenta y tres colaboradores. No en vano, una de esas anécdotas que proliferan sobre escritores conocidos dice que Dumas padre le preguntó a su hijo: “¿Has leído mi última novela?”, a lo cual el hijo, como buen hijo rebelde, le respondió: “Sí, ¿la has leído tú?”.
Volviendo a esta edición, con la traducción de José Ramón Monreal, él mismo comenta que toma como referencia un texto corregido y que, por lo tanto, estamos ante una obra que ha sido pulida de inexactitudes que pudiéramos encontrarnos en otros casos. De este modo se convierte en la tercera edición corregida en Europa junto a la italiana de Einaudi y la francesa de Laffont.
La novela, de grosor imponente y categoría de clásico imprescindible, es una historia de aventuras que va más allá entre venganzas, amores y pasiones hasta convertirse en lo que yo denomino un novelón y habitualmente se conoce como folletín. De este modo, tenemos entre manos una novela que no da tregua con momentos estelares como la gestación del conde y otros que nos sorprenderán por la forma tan actual que tenía el autor de tratar temas que incluso hoy pueden considerarse escabrosos. Hoy, todo el mundo conoce el castillo de If, al menos de oídas, exactamente igual que todos sabemos quién es Edmond Dantès, pero el trabajo que hace Dumas en la novela, consigue que siga siendo de lectura casi obligada para cualquier lector, ya que tiene un momento para cada gusto y criterio consiguiendo así una obra de la que todos vamos a disfrutar.
He dado a entender, creo y ha sido intencionado, que no se trata de una obra sesuda, pero eso no significa que esté exenta de una crítica social a la superficialidad, las apariencias y el materialismo.
El conde de Montecristo es una de esas novelas cuyo título y grosor puede impresionar al lector hasta que comienza su lectura y descubre una historia bien narrada, divertida y llena de acción. Posiblemente si se hubiera escrito en nuestro siglo, estaría muchas semanas en las listas de best sellers.
Por Entre montones de libros