Distintas formas de mirar el agua de Julio Llamazares
Magnífica novela coral de Llamazares. Ha muerto el abuelo Domingo y su familia porta la urna con sus cenizas que, atendiendo a su voluntad, serán esparcidas sobre el pantano bajo el cual quedó sepultada la aldea que le vio crecer y en la nacieron también sus hijos. Dieciséis personas, desde la abuela viuda hasta la nieta más pequeña, reconstruyen la historia de la familia junto a las suyas propias. Cada uno mira el agua y lo que subyace bajo ella con distintos ojos, según les afecte el recuerdo de la aldea que quedó sumergida bajo el pantano. En dicha aldea transcurrieron sus vidas antes de verse obligados a abandonarla para ceder el terreno a la ingeniería hidráulica franquista. Como Vegamian, pueblo natal de Llamazares, muchas aldeas desaparecieron bajo las aguas del progreso. Distintas formas de mirar el agua es el reflejo poético de aquella experiencia traumática, una historia caleidoscópica sobre los efectos del destierro en varias generaciones, sobre el paso del tiempo y la arcadia de la memoria.
Una novela de emoción admirablemente administrada y con un final bellísimo. Mucho mejor que cualquier reseña que servidora pueda hacer es el video adjunto comentado por el propio Llamazares, con imágenes de la presa y de la fantasmagórica resurrección de la aldea con motivo de la desecación del pantano en 1978. (Ver a partir del minuto 11,58)
Julio Llamazares nació en Vegamián (León) en 1955. Su obra abarca prácticamente todos los registros literarios, desde la poesía -La lentitud de los bueyes (1979) y Memoria de la nieve (1982)- a la literatura de viaje -El río del olvido (1990, Alfaguara, 2006), Trás-os-Montes (Alfaguara, 1998), Cuaderno del Duero (1999) y Las rosas de piedra (Alfaguara, 2008), primer volumen de un recorrido sin precedentes por España a través de sus catedrales-, pasando por la novela -Luna de lobos (1985), La lluvia amarilla (1988), Escenas de cine mudo (1994, Alfaguara, 2006) y El cielo de Madrid (Alfaguara, 2005)-, la crónica -El entierro de Genarín (1981)-, el relato corto -En mitad de ninguna parte (1995, Alfaguara 2014) y Tanta pasión para nada (Alfaguara, 2011)- y el guión cinematográfico. Sus artículos periodísticos, que reflejan en todos sus términos las obsesiones propias de un narrador extraordinario, han sido recogidos en los libros En Babia (1991), Nadie escucha (Alfaguara, 1995) y Entre perro y lobo (Alfaguara, 2008). Su último libro es la novela Las lágrimas de San Lorenzo (Alfaguara, 2013).
Ficha técnica
17,50 euros 200 páginas
«La gente no sabe muchas veces lo que debajo del agua se oculta
ni la historia que se borró para siempre con la demolición del último
de los pueblos que aquí existieron. De ahí que algunos exclamen
mientras lo contemplan: “¡Qué bonito!”… Y qué triste, añado yo.»
En medio de un paisaje hermoso y desolador, la muerte del abuelo reúne a todos los miembros de una familia. Junto al pantano que anegó su hogar hace casi medio siglo y donde reposarán para siempre las cenizas de Domingo, cada uno reflexiona en silencio sobre su relación con él y con los demás, y sobre cómo el destierro marcó la existencia de todos ellos.
Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea que los mayores se vieron obligados a abandonar a las historias y pensamientos de los más jóvenes, esta novela es el relato coral de unas vidas sin vuelta ago, un caleidoscopio narrativo y teatral al que la superficie del pantano sirve de espejo.
No existe una única forma de mirar el agua, pero el sentimiento de desarraigo, de exilio definitivo, ha permeado gota a gota a esta familia, generación tras generación. Tal vez porque ningún lugar duele tanto como aquel al que jamás podrás volver si no es desde el recuerdo o una vez muerto. Pero lo importante es regresar, como Ulises a Ítaca. No importa cómo ni de qué forma.