‘El amor entre los peces’ (Alfaguara) de René Freund es una de esas novelas que convierten las horas de lectura en una tarde o una mañana perfecta. El vienés René Freund ha escrito una maravillosa novela que asalta al lector como una buena sorpresa digna de ser recordada.
‘El amor entre los peces’ trascurre entre Berlín y las montañas del Tirol, pues es en una cabaña tirolesa donde Fred, el protagonista de ‘El amor entre los peces’, se refugia para reencontrarse consigo mismo. Poeta de profesión y sumergido en una crisis de creatividad y en ataques de enoclofobia, Fred, resucita y vuelve a la vida a muchos metros de altitud en Austria. El gran acierto de René Freund es que tanto Fred como el lector acaban sintiéndose a la vez como pez en el agua en ese paraje y con sus habitantes, encontrando tal como trascurre la novela la armonía. El Fred que el lector conoce en Berlín al principio de esta historia, que es un Fred hecho un desastre, lleno de ironía y negatividad, nada tiene que ver con el Fred al que se llegará a apreciar con el paso de las páginas. Un tipo por el cual se siente auténtica simpatía, y del que se espera con anhelo las cartas que le escribe a su editora.
«Hoy llueve demasiado, así que me voy a quedar en casa, junto a este fuego acogedor, a contemplar el lago, en el que cada segundo caen miles de gotas. Podría pasar horas mirando cómo el agua se funde con el agua, y eso es lo que pienso hacer. Le agradezco mucho que dé un poco de variedad a mi vida en calidad de interlocutora epistolar. Estoy segura que la aburro pero puedo asegurarle algo: yo no me aburro. Escuchar el silencio es una de las mejores experiencias que puede tener el ser humano. Créame, debería probarlo.»
‘El amor entre los peces’ es una buena novela para desconectar, si es eso lo que se busca. Amena, divertida, reconfortante. Donde debajo de su aparente sencillez se esconde algo tan profundo como las ganas de querer recuperar el equilibro, la paz y la armonía dentro de nosotros mismos. Sin exagerar, ‘El amor entre los peces’, es una lectura beneficiosa para el lector, ya que tal como se avanza por ella, se instala en el cuerpo un relax notable que quizás llega en el momento exacto y justo. Razón suficiente para llevarnos esta historia de vacaciones. Pues ella en sí ya es unas vacaciones. Grato descubrimiento el de esta feliz lectura.
Reseñado por María Aixa Sanz