Hay autores que van más allá del género. Pocos van más allá de su obra. Miyazaki es el claro ejemplo de que seas seguidor de anime o no, lo conoces y has visto alguna de sus películas. La grandeza de Miyazaki trasciende el nicho otaku, considerado un gran cineasta de la talla de Spielberg, Welles o Walt Disney.
Conocido animador, director, ilustrador y productor, de sobras es su filmografía, destacando grandes clásicos como Mi vecino Totoro, El castillo ambulante, El viaje de Chihiro y muchas más, pero lo que nos brinda Salamandra es la oportunidad de descubrir a un Miyazaki menos conocido por el gran público.
A través de sus páginas, iremos descubriendo los orígenes de la constante presente en sus mejores obras, donde se refleja la relación de los seres humanos con la naturaleza y como esta puede revelarse contra su maltratador, el halo ecologista marca de la casa. Mientras que las películas más conocidas, a pesar de servirse del folclore japonés, podríamos decir que está influenciada por aires europeos, aquí, su mirada se dirige hacia Asia. No en vano la historia está basada en un cuento popular del Tibet. Todo esto y mucho más nos lo muestra el traductor de la versión inglesa en un riguroso análisis del libro al final del mismo.
En sus páginas conoceremos a Shuna, el heredero de un pequeño y paupérrimo país, en el que sus habitantes solo pueden cultivar una especie de cereal escuálido que no sacia el hambre de sus gentes. Un día, un extraño anciano moribundo aparece en su pueblo, el cual le narra como ha pasado su vida buscando un lugar donde la abundancia de granos dorados podría alimentar a su Reino. Shuna decide partir y continuar la búsqueda que emprendió el anciano tras tan maravilloso lugar, a pesar de tener prohibido abandonarlo según las leyes de su pueblo. Junto a su fiel yakul, se embarcará en una emocionante aventura en pos del milagroso cereal.
Hayao Miyazaki creó esta historia en 1983, y aun hoy sigue teniendo buena venta en Japón, pero es gracias a Salamandra que podemos disfrutar de ella cuarenta años después en España. Nos la trae en una bonita edición en tapa dura y con papel de gran calidad, con formato manga original, del que se lee de derecha a izquierda. A caballo entre el libro ilustrado y el cómic, ya que sus textos no están contenidos en los icónicos bocadillos apareciendo integrados en las propias ilustraciones tanto narración como diálogos. Todo ello hace posible disfrutar, aun más si cabe, de las preciosas ilustraciones que surgieron del puño de este gran y polifacético artista.
Las ilustraciones son una obra de arte, apreciándose ya el trazo de paisajes y personajes tan característicos de sus películas. Es por lo que merece la pena adquirir libros como este, porque los disfrutaremos cada vez que lo abramos, sin importar cuantas veces lo hayamos leído, y quedarse absorto en cada dibujo, del que en cada mirada descubriremos nuevos detalles.
Obra imprescindible para todo aquel que admire el trabajo del autor, en el que descubrirá los orígenes del que se ha convertido en el más grande de la animación.