Los hobbits de Tolkien, de David Day

Cuando se estrenó la serie de Amazon Prime basada en la obra de Tolkien, surgió la polémica por aparecer actores de distintas etnias encarnando tanto a elfos como hobbits. A mí esta clase de controversias me provocan apatía, resultándome mucho más interesante el debate, también surgido, donde se pone en duda la fidelidad con la obra original al introducir diferentes razas de hobbits. Para despejar todas esas dudas, este libro resulta imprescindible.

Con él llegamos al tercer y último, hasta el momento, ejemplar de esta preciosa colección que nos presenta Minotauro de la mano de David Day sobre la extensa obra de J.R.R. Tolkien. Anteriormente reseñamos «Un atlas de Tolkien» y «Los poderes oscuros de Tolkien», quedando por editar en español los otros tres tomos que completan la colección —cruzo los dedos para que Minotauro oiga mis plegarias—. Ya en sus reseñas destaqué la calidad y belleza de estos libritos que son tesoros para cualquier aficionado al mundo tolkiniano. Esta vez es un naranja pálido el color elegido para las tapas de este tratado sobre los personajes más entrañables y relevantes en la obra del famoso lingüista.

Comienza con lo esencial. Cómo surgió una de las frases más famosas de la literatura fantástica: «En un agujero en el suelo vivía un hobbit». Una frase que escribió en un folio en blanco que había entregado uno de sus alumnos como examen; de dónde nace la palabra hobbit. Una palabra que inspiró una historia. Ya tenía la palabra, ahora solo le quedaba averiguar cómo eran esos hobbits. Tolkien se tomó a este personaje como real, no le tocaba inventar una historia, le tocaba investigar el mundo en el que habitaba. «[…]Tolkien inventa un origen filológico para la palabra hobbit, como forma en desuso de la palabra hacedor de agujeros». Así nos señala Day el comienzo de la titánica obra que seguiría.

A continuación, David nos guía por unas interesantes reflexiones etimológicas en las que se basaba, y por qué no, jugaba, Tolkien a la hora de crear su propio lenguaje que luego otorgaba a cada una de las razas que pueblan las páginas de su vasto universo. Iremos descubriendo que hobbit no es una palabra creada al azar y que su contexto etimológico, tanto de este término como del resto de criaturas, tiene un arduo trabajo de investigación otorgándole un significado lógico. Esto no solo ocurre en la denominación colectiva, también lo lleva a cabo en cada nombre propio. Es así como nos enteramos del origen de los nombres de Bilbo, Frodo, Sam, Gandalf, Gollum… Tolkien llega a tal nivel de meticulosidad que bautizó a cada uno de los invitados que acuden al cumpleaños de Bilbo al inicio de La Comunidad del Anillo. David Day nos lo muestra en un esquema a modo de árbol genealógico, en el que podemos observar el apellido de cada clan, y a su alrededor los nombres de cada cual que forma parte de él, como si del reparto de mesas de una celebración se tratase. Y es que como en los libros anteriores de esta colección, David Day nos proporciona información, de forma muy clara y concisa, de distintos hechos históricos y evolutivos. Entre esos esquemas históricos también se nos muestra la evolución real de los pueblos anglosajones, y de cómo Tolkien los tomó como modelos a la hora de marcar el camino evolutivo de sus propios personajes.

Como señalo más arriba, las distintas razas de hobbits ha creado controversia a raíz de la serie «Los Anillos de Poder». Polémicas que se pueden solventar al observar las características y señas de identidad de las diferentes etnias de estos medianos seres. Así como sus linajes, ancestros, y cómo no, su etimología. Todo ello quedando aún más patente en las preciosas ilustraciones que acompañan el texto.

De igual forma, realiza un repaso por los lugares y el origen de las zonas en las cuales habita cada una de ellas. Curioseamos en el origen de estos escenarios, así como en los toponimios que los definen. Un ejemplo que me encanta es el origen del nombre de La Comarca, The Shire en su idioma original; sheriff procede de shire-reeve: Alguacil de la comarca. Sirva esto solo de ejemplo de las curiosidades que se nos desvelan en este librito. Dichos paisajes también aparecen representadas por distintos artistas, algunas de ellas a doble página.

Veremos un sinfín de juegos etimológicos que conforman el universo lingüístico, por lo que he de admirar el trabajo que ha realizado Patricia Nunes Martínez a la hora de traducir el trabajo de David Day al castellano, consiguiendo que no nos perdamos un ápice de la esencia de esos orígenes y juegos de palabras que desarrolló Tolkien.

A pesar de que criaturas que ya se trataron con más profundidad en el tomo anterior —Los poderes oscuros de Tolkien— aquí se explica más la relación que estos tienen con los hobbits a lo largo de la bibliografía de Tolkien, extendiendo más la información y demostrando como esta maravillosa colección se complementa en cada uno de los libros que la componen.

Estaría horas y horas describiendo las bondades que encierra este libro, porque está repleto de datos curiosos que despiertan el entusiasmo hasta del admirador más apocado de J.R.R. Tolkien, pero resultaría redundante, porque a cualquiera de ellos lo que le gustará es adentrarse en sus páginas para descubrirlo de primera mano, porque si de verdad te gusta el universo creado por J.R.R. es imprescindible que te hagas con esta colección.