Seguimos con el segundo libro de esta preciosa colección, de la mano de Minotauro, que David Day destina a localizar las fuentes mitológicas, históricas y filosóficas de la obra de Tolkien. Esta vez se encarga de repasar el origen y evolución de aquellos personajes que encarnan al mal y que pueblan las páginas del universo de El Señor de los Anillos.
Day nos pone en antecedentes, a través de una interesante introducción, donde ya nos va indicando las posibles fuentes de inspiración de Tolkien a la hora de crear personajes tan oscuros como interesantes y carismáticos. Y es que como el propio David nos señala con el viejo dicho del mundo de la música «El demonio tiene las mejores canciones», también aplicable a la literatura, y que subraya con «Por la calidad de un villano se mide la del héroe y en definitiva la de la historia», esto significa el arduo trabajo a la hora de crear a aquellos personajes antagónicos al bien. Y es que no se trata de plasmar esta, en apariencia, sencilla dicotomía de buenos contra malos. No, eso para Tolkien sería demasiado sencillo y su trabajo no hubiera trascendido sin la complejidad e índole que la caracteriza. Aquí seguimos a esos personajes que desde un subjetivo punto de vista no representan al mal, al menos con intencionalidad. La mayoría de ellos solo están ahí para cumplir con el propósito para el que fueron creados; otros llegan a ser antagonistas como consecuencia del ansia de poder y gloria que llegan a corromper su alma, convirtiéndoles en seres viles a ojos de los justos, lo que demuestra que ni el alma más pura está exenta de transformarse en malvada. Claro ejemplo es la evolución y transformación de Smeagol en Gollum; esa dualidad de Saruman y paralelismo con el propio Fausto, el legendario personaje de Goethe que vende su alma a Mefisttófeles a cambio de la juventud. Es por ello por lo que en Los poderes oscuros de Tolkien indagamos en el origen ancestral hasta encontrar la explicación y la motivación que impulsó a estos poderes que alude el título a llegar a ser lo que son.
Partimos del nacimiento de Melkor, «el que se alza en el poder», el más poderoso de los Ainur, creados por Eru, el Único. Aquí ya el autor nos va mostrando las similitudes de este legendario ser con el bíblico Lucifer, ese ángel caído. Para seguir uno a uno con el listado de los principales seres oscuros, de los cuales iremos descubriendo las fuentes de inspiración de J.R.R. como las mitologías nórdica, griega, romana, china, atlánticas, bíblicas o artúricas. Sin olvidar la gran influencia que ejerció sobre Tolkien la obra de Shakespeare. Así como de las distintas lenguas en las que basó la nomenclatura de estos tenebrosos entes. Para esto último, David Day nos deja los conceptos bastantes claros a través de ejemplos que despiertan el interés hasta del más despistado de sus entusiastas como es el origen del nombre de Sauron, el cual procede del quenya, y cuyo significado es “Aberración”.
Hablando de Sauron, tal vez la parte que más guste desde el admirador acérrimo al más profano sea las reminiscencias de las que surgió la trilogía El Señor de los Anillos, descubriéndonos que las posibles fuentes de donde bebió el escritor proceden de hechos reales acontecidos durante la Edad Media, en la que se creía en el poder de anillos mágicos, en los cuales los nigromantes ocultaban espíritus que eran la fuente de su magia. Incluso se llegó a acusar a Juana de Arco de usar algunos de esos anillos para dominar espíritus malignos. Se llega a revelar como surgieron esas batallas épicas, de las que también Day hace un ligero repaso, inspiradas por las reales entre romanos y hunos.
Todo esto no significa que J.R.R. lo tuviera fácil. Todo lo contrario, acentúa su talento a la hora de hilvanar todo este material y crear algo nuevo e innovador que tantas décadas después siga fascinando e inspirando a millones de personas.
Todo un placer disfrutar de este pequeño libro que encierra tanto. Libro encantador no solo por su contenido, también por el continente. Como es lógico, mantiene el formato del anterior en forma de cuaderno de viaje, y la cubierta flexibound imitando a la piel y con motivos bajorrelieves. Esta vez el color elegido es el gris, cuyo troquelado muestra un tumulario. Todo el texto complementado por un sinfín de bellas ilustraciones realizadas por más de veinte artistas, donde encontramos muy diferentes estilos, todos admirables.
Cada vez que tengo uno de estos textos entre mis manos, más cuenta me doy de como se complementan, y que es imposible no desear tenerlos todos tanto por su amplio contenido como por su estética, dignos de lucir en el lugar más destacable de tu biblioteca.