Guillermo Galván, este antiguo estudiante de ingeniería aeronáutica que dedicó su vida al periodismo durante treinta años, decidió aparcar su oficio para dedicarse exclusivamente a la escritura. Y es que apuntó maneras desde su primera novela, titulada “La mirada de saturno”, con la que ganó el premio Tiflos (ONCE). Después le seguirían varias, algunas de ellas también laureadas; pero fue en 2019 cuando nos presentó al expolicía criminalista Carlos Lombardi. Inspector condenado por lealtad a la República y protagonista de la saga noir ambientada en los años posteriores a la Guerra Civil cuya primera aventura llevaba como título “Tiempo de siega”, a la que seguiría “La virgen de los huesos”. Son tantos los seguidores de este carismático detective, que Guillermo decidió regalar a sus fans un relato corto que pergeñó durante el confinamiento, cuyo título es “Vísperas de destrucción”, una suerte de precuela que nos traslada a los días anteriores al levantamiento que desencadenó la Guerra Civil, y de cómo nuestro antihéroe vivió esa época tan convulsa.
Ahora ha publicado la tercera aventura de este expolicía reciclado a detective privado. “Morir en noviembre”, mes del año 1942 donde se desarrolla la acción. Nuestro protagonista sigue sobreviviendo del precario empleo que consiste en tratar de aclarar los casos que le llegan a través de la agencia de detectives. Mientras nuestra piel de toro intenta sobreponerse de una guerra que ha dejado exhaustos y hambrientos a la mayoría de sus habitantes, el mundo continua enfrascado en la II Guerra Mundial. España, país en teoría neutral, es un nido de espías. Lombardi recibe el encargo de encontrar el paradero de un viajante de comercio alemán, a pesar de detestar involucrarse en asuntos de la Alemania nazi. A su vez, una joven aparece ahogada, lo que no atrae la atención de la policía del Estado, pero Lombardi con su manía de hacer lo correcto, no es capaz de dejar este asunto sin aclarar, lo que le llevará a una vorágine de prostitución y estraperlo.
A pesar de ser una tercera entrega de esta apasionante saga que mezcla los géneros negro e histórico, se puede leer como novela independiente. Es más, he de confesar que no supe que se trataba de la tercera de una saga hasta llevar más de media novela, hecho que descubrí por casualidad. Eso sí, ya tengo en mi poder las dos primeras entregas. Y es que Guillermo te atrapa a través de una narrativa que no da tregua. Con una escritura directa, prescinde de florituras y va al grano, apoyándose en personajes fuertes tridimensionales, ninguno se puede juzgar de ser un mero esbozo. Pero donde realmente reside su fuerza es en los diálogos. Esto es muy difícil de encontrar en cualquier género, pero más concretamente en el policíaco. Cualquier escritor reconocerá que es lo más complicado de crear. Lo diálogos van directos al grano, no ralentizan la trama en ningún momento, al contrario, la hacen avanzar, y a través de ellos descubrimos la fuerza de cada uno de esos extraordinarios personajes nacidos de la pluma de Galván, donde hasta el más secundario posee carisma suficiente para que no nos olvidemos de él.
El atractivo de esta y anteriores entregas, es la perfecta simbiosis de géneros. El contexto donde se desarrolla la apasionante trama es tan original como ajeno para la mayoría. Porque sí, hemos visto y leído infinidad de obras que transcurren durante la Guerra Civil, pero Guillermo nos sitúa a tres años del final del conflicto, en la incertidumbre generada por la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias que generaría ésta en España. Haciendo posible que personajes reales se crucen en el camino de los ficticios, dando más credibilidad a la historia. A través de sus diálogos nos instruyen en fragmentos de nuestra historia que seguro son tan sorprendentes como desconocidos por la mayoría de los lectores, como la convivencia existente en un escenario tan peculiar como en un famoso café madrileño de moda, donde entre sus clientes podían encontrarse miembros de embajadas tan antagonistas como la inglesa y alemana; una suerte de café de Rick en el que se daba esa ambigüedad que solo se podía dar en ciertos países declarados neutrales, a pesar de que el nuestro solo lo fuese en apariencia.
Novela con la que disfrutaran tanto los amantes del buen noir con tramas bien trabajadas y finales sorprendentes, como aquellos lectores aficionados a la novela histórica, en concreto en los años de la posguerra. Seguro que acabareis rendidos ante el carisma del detective Lombardi y de la pluma de Galván.