Ya sé que está muy manida la expresión “la realidad supera la ficción”, pero es que en la novela que nos ocupa hoy, no hay frase que la defina mejor.
Su autor, Arthur Brand, es un auténtico detective en pos de obras de artes desaparecidas, ya sea por robos directos a museos o propietarios particulares, o por obras que se creían perdidas por los avatares del tiempo. Y es que este hombre, que trabaja literalmente por amor al arte, lleva en su haber obras recuperadas por un valor que ronda los 200 millones de euros. Con una biografía digna de ser publicada, este holandés licenciado en Historia en España, se ha ganado a pulso el sobrenombre del Indiana Jones del arte. Os animo a buscar más información sobre él, quedaréis fascinados. Uno de sus descubrimientos más sonados fue el denominado “Evangelio de Judas” hallado en 2005, aparte de los caballos de Hitler, cuya búsqueda ha novelado, haciéndonos llegar una de sus aventuras más emocionantes y peligrosas.
He de confesar que cuando “Los caballos de Hitler” llegó a mis manos, para nada me imaginaba que lo que me disponía a leer era una historia real, y menos que sería narrada en primera persona en la voz del hombre que realmente encontró las famosas esculturas que le dan título al libro.
Como es natural, el propio autor reconoce haber cambiado los nombres de algunos de los personajes que le acompañaron en esta aventura, pero que poco más se aleja de la realidad de los hechos aquí narrados. Y es que cuando Brand acudió a una reunión con su mecenas, uno de los tipos más peligrosos del mundo del arte, no se podía ni imaginar lo que acabaría descubriendo. Un tesoro escultórico en forma de equinos que significaron tanto para la persona que los encargó, el mismísimo Hitler, y que se creían destruidos por los bombardeos de Berlín que pusieron fin a una de las guerras más cruentas de le edad moderna. El misterio que rodea a las famosas esculturas están custodiados por peligrosas organizaciones de extrema derecha afines a tan cruel régimen nazi. Pero no será solo a estos grupos a los que nuestro detective deberá temer. Lo iremos acompañando por distintos escenarios como pueden ser capitales tan emblemáticas como Ámsterdam o Berlín, pero también por pueblos pintorescos alemanes que pasan desapercibidos pero que encierran tanto misterio como importancia dentro de la historia.
El autor ha sabido trasladar a las páginas su emocionante búsqueda, obteniendo una novela de aventuras que nos mantendrá en vilo desde su primera página hasta su desenlace. Como si de una película se tratara, te engancha al momento y no nos suelta hasta el final, que gracias a su brevedad nos leeremos de un tirón. Y es que sus 265 páginas se nos harán muy cortas.
No solo nos hará pasar unos ratos de lectura entretenidos, sino que aprenderemos de un mundo que la mayoría desconocemos, que son los entresijos del mercadeo y tráfico ilegal de arte. De cómo algunos gobiernos e individuos sin escrúpulos se aprovechan, se enriquecen o utilizan como moneda de cambio piezas que deberían estar en museos para que todos pudiéramos admirar y disfrutar. En las páginas centrales del libro podemos encontrar fotos aportadas por el propio autor, donde podremos admirar fotografías tanto de las famosas esculturas como de algunas de las pistas que hicieron posible su localización.
Novela muy recomendable para los lectores ávidos de aventuras, que quedarán fascinados al descubrir que realmente la vida puede ser igual o más emocionante que lo que cualquier guionista hollywoodiense pueda pergeñar.