Agnes de Javier Peña

Después del éxito de Infelices, Javier Peña publica su segunda novela con Blackie Books. Si en la anterior el grupo de infelices era bastante nutrido en Agnes se reduce a dos… a dos y las víctimas que por el camino va dejando uno de ellos, el desconocido escritor que se hace llamar Luis Foret, de cuya biografía se encarga Agnes.

El argumento es cuasi premonitorio de lo que ha sucedido con Carmen Mola y el Planeta 2021. Y es que Javier Peña se basó en el fenómeno parecido de Elena Ferrante para tratar sobre un escritor fantasma, plagado de éxito, del cual nadie sabe nada pero que ha decidido dejar de escribir y únicamente publicar su biografía.

Agnes se verá obligada a ser su biógrafa por necesidad ya que estará despedida mientras no sea capaz de obtenerla y será ahí donde se formará el tour de force que moverá toda la novela.

La biografía de Luis Foret será contada por Agnes en diferentes episodios, momentos puntuales que han marcado su vida y que, según él, deben ser incorporados a la misma para que se le pueda comprender como escritor. Durante la narración y escritura de estos hechos, Agnes se dará cuenta que siempre hay víctimas cerca de Foret, mujeres que mueren o desaparecen o sufren sin ser él la causa directa pero teniendo implicación emocional. Este hecho sumado a la incapacidad para llevar una vida “normal” de Agnes va dejando un halo de desastre que se cierne sobre la novela.

La técnica narrativa de Javier Peña es impecable. Hace tiempo que no veo una novela tan bien andamiada, construida y decorada como esta. El ritmo y el tono son los apropiados para implicar paulatinamente al lector en la trama y engancharle. Personalmente (es mi opinión únicamente) no he conseguido empatizar con ninguno de los dos protagonistas creando en mí una sensación de desasosiego que me ha acompañado hasta el final de la obra. No son personas con las que me gustaría tratar ni siquiera comprender psicológicamente por lo que no me resulta atractivo saber de ellos. Sin embargo cualquier otro lector seguramente saltará esta dificultad personal de este humilde reseñador y será capaz de extraerle todo el jugo a una novela que, como he dicho, no adolece de nada.