A estas alturas qué se puede decir de Quino, uno de los humoristas gráficos más famosos en el mundo entero. Hace poco se cumplió el triste primer aniversario de su muerte. Conocido principalmente por su hija literaria Mafalda, la niña concienciada políticamente que tanto nos ha hecho pensar y plantearnos el funcionamiento del mundo. Curioso que hoy día siga estando tan de actualidad cuando el autor dejó de dibujarla hace ya casi cincuenta años. Pero esta niña que odia la sopa es solo la punta del iceberg de la obra de Quino. Con su humor mordaz repasó los aspectos de la vida a través de las distintas edades y facetas del hombre, haciendo que lo que nos parece normal o cotidiano, pasara a ser absurdo al atravesar el acertado e irónico filtro gráfico del famoso dibujante.
De esas edades del hombre, es la vejez a la que más jugo le sacó. “De Senetucte”, —no confundir con la obra de Cicerón— es una recopilación de tiras donde trató la vejez, o mejor dicho, el punto de vista de la vida desde su perspectiva. Nos muestra el mundo a través de la mirada de personas que saben que su tiempo en el mundo se acaba. Le prestaba mucho juego el usar estos personajes que no requieren de filtros, y pueden expresarse y decir lo que se les antoje sin temer a las consecuencias, porque qué les puede ocurrir peor que lo que intuyen está a la vuelta de la esquina. Pero no nos equivoquemos, esto no significa que no quieran seguir muchos años en este valle de lágrimas, solo que ya están de vuelta de todo; a estos escépticos ancianos que no les vengan ya con monsergas moralistas, ni subterfugios por parte de jóvenes que no han visto ni vivido la mitad que ellos. Resulta conmovedor como a pesar de todo, conservan la ilusión y las ganas de seguir viviendo, a pesar de que algunas de sus tiras traten temas un poco triste, te ríes, te ríes mucho, todas son muy divertidas, a pesar de ese halo de tristeza y reflexión. Algunas de ellas reflejan los miedos que se convierten en una realidad cuando más que un miembro de la familia pasas a ser un trasto que estorba. O como, por ejemplo, entre viñeta y viñeta en la tira del hombre que espera ante un reloj, y apenas sin darse cuenta, ha pasado la vida en un instante, tempus fugit.
Porque Quino era muy divertido, y con sus dibujos nos lo pasamos muy bien, nos divertimos y arranca carcajadas, pero si en algo destacaba era en realizar acertadas radiografías del mundo y la vida. Y que cuando terminas de reír caes en la cuenta de que detrás de esa viñeta tan divertida se oculta una verdad muy cruda, y tal vez nunca nos había dado por reflexionar sobre ello hasta que este autor nos hace patente esta situación a través de su cínico humor.
Pero que todo esto no nos deprima. Al contrario, hay que tener en nuestra estantería este hermoso libro editado por Lumen, brindándonos la oportunidad de tener juntas estas tiras. Donde el verdadero mensaje que nos lanzaba Quino a través de ellas era que espabilemos, que no somos eternos, y que precisamente, como la vida pasa en un suspiro, debemos exprimirla al máximo y disfrutarla dentro de lo posible. Estas tiras puede que nos hagan reflexionar, pero de lo que podemos estar seguros es que harán que lo pasemos muy bien. Es uno de esos libros que hay que leer y releer. Y que como los propios ancianos que pueblan sus páginas afirman, debemos tomar la actitud de que no llegaremos al otoño de la vida, sino a la primavera de la muerte.