Este jueves 7 de octubre se falla el Nobel de Literatura 2021 ¿Quién lo ganará? Te hablamos sobre los favoritos:
Haruki Murakami
Haruki Murakami (Kioto, 1949), compagina calidad con comercialidad y retrata la psicología japonesa, la soledad y la alienación, añadiendo una importante musicalidad a su prosa (fue dueño de un club de jazz).
El nombre de Haruki Murakami aparece cada año en las quinielas pero siempre se ha ido de vacío. No es que no lo merezca. Los libros de Murakami tienen el raro efecto de hacer coincidir al público y a la crítica en la valoración de una obra que, con toques surrealistas, ha abordado algunos de los grandes temas de nuestro tiempo como son la soledad y la alienación.
Margaret Atwood
La canadiense ha encabezado durante años la lista de sospechosos habituales al premio de la Academia sueca. Este año, sin ir más lejos, las apuestas de Ladbrokes la sitúan junto al keniata Ngugi Wa Thiong’o y al siempre favorito Haruki Murakami. Aunque hay muchas razones para acercarse al autor de Sueños en tiempos de guerra, esta podría ser una edición escrita en femenino por la obra de Atwood.
Michel Houellebecq
Michel Houellebecq ha sido llamado el poeta maldito del siglo XXI. Su obra, sus declaraciones políticamente incorrectas, su actitud de desaire hacia la sociedad, o más que hacia la sociedad hacia el género humano, pueden hacerlo ganador del Premio Nobel de Literatura
Cuando en enero de 2015 salió Sumisión, su sexta novela sobre un musulmán que llega a la presidencia de Francia (pero no sólo eso), lo criticaron por fomentar la islamofobia y hacerle el juego a la ultraderecha francesa. “No son las novelas las que cambian el curso de la Historia. Y no voy a dejar de tocar un tema sólo porque es polémico”, se defendió y cerró el debate, quien años antes, además, había declarado que el islam era “la más idiota de las religiones” (la frase le valió un juicio que, en su momento, dividió a la sociedad francesa).
Don Delillo
Si el diablo está en los detalles, Don DeLillo sería un hereje a tiempo completo. Al escribir no sólo retrata la sociedad estadounidense de finales del siglo XX, sino que pinta, a su vez, un paisaje especulativo que se elabora a partir de las pequeñas acciones, de los momentos mínimos que no determinan una vida, pero que si tensan los tejidos que la conforman. De cierta forma, es un maestro de lo cotidiano.
Sus novelas, estandartes del estilo posmoderno, herederas de Hemingway y predecesoras de David Foster Wallace o Jhonatan Franzen, abordan una serie de temas interesantísimos, yendo desde la tecnología criogénica —Zero k— hasta el terrorismo y el 9-11 —El hombre del salto—, pasando por una gama tonal que involucra radiación —Ruido de fondo—, magnicidios —Libra— o nazismo —Fascinación—. Todo con el aderezo de un centenar de reflexiones de la vida moderna y el rol que ocupa la tecnología en ella.
Javier Marías
Toda la obra de Javier Marías es personal e intransferible y tan rica en sus argumentos, giros y maneras de expresarse que cada cosa que escribe no solo se convierte en best seller (ha sido traducido a 43 idiomas y su obra se vende en 55 países), es que es un festín para los amantes de la lectura. En este momento, en el que los premios de poesía puede ganarlos un tuitero joven intercambiable con un bot, acercarse a una novela de Javier Marías es un lujo intelectual.
Ismail Kadaré
Kadaré es otro de los eternos candidatos al Nobel de literatura. Como otros de esta lista, ya ha obtenido muchos de los principales galardones mundiales, incluido el Príncipe de Asturias, y tiene sobrados méritos para hacerse con el galardón. O incluso más, pues mientras que otros escritores sólo tenían que preocuparse de escribir y encontrar una editorial que publicara su libros, Kadaré se las vio con el complejo y represivo sistema literario de la Albania socialista.
Joyce Carol Oates
Nació en Nueva York en 1938. Escritora muy prolífica, ha publicado más de cincuenta novelas, otros tantos libros de relatos, novelas cortas, teatro, ensayo, poesía y libros para niños.
Además, compagina su vertiente creadora con la enseñanza de escritura en la Universidad de Princeton. Ha sido galardonada con numerosos premios, entre los cuales destacan,National Book Award, PEN/Malamud Award y el National Humanities Medal.
Oates ha escrito sobre todo, o casi todo: la pobreza rural, los abusos sexuales, las diferencias de clase, las luchas de poder,los confictos raciales, el sueño americano, los padres, la niñez y adolescencia de las mujeres, el terror… A través de las vivencias de sus personajes, la mayoría son mujeres, Oates realiza un profundo análisis de la violencia que ejercen sobre ellas los hombres y el machismo incrustado en la estructura social americana.
¿Por qué no ha recibido todavía el Nobel?
Mircea Cărtărescu
¿Será el primer escritor en lengua rumana en ganar el Premio Nobel de Literatura, como vaticinan algunos críticos?
Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) –de él se trata– obtuvo el premio Thomas Mann de Literatura 2018, dotado con 25.000 euros, concedido anualmente de forma conjunta por la Ciudad Hanseática de Lübeck y la Academia Bávara de Bellas Artes de Munich, según ha informado Impedimenta, la prestigiosa editorial española del autor, que ha publicado Nostalgia (cuentos), Las Bellas Extranjeras (cuentos), el volumen autobiográfico El ojo castaño de nuestro amor y la novela Solenoide, entre otros títulos. El jurado destacó que “durante las últimas cuatro décadas Cartarescu se ha convertido en la voz más importante de la literatura rumana, primero a través de sus volúmenes de poesía, luego a través de novelas, cuentos y ensayos”.
Ngugi wa Thiong’o
El escritor keniano Ngugi Wa Thiong’o, es otro eterno aspirante al Nobel de Literatura en los últimos años, fue distinguido con el Premio Internacional Catalunya por su prolífica obra literaria y su activismo en defensa de las lenguas africanas y el multilingüismo.
Se reconoce la distinguida y arriesgada obra literaria de Ngugi Wa Thiong’o, de casi 84 años, y su defensa de las lenguas africanas, basada en la noción del idioma como cultura y memoria colectiva. El autor, que está delicado de salud, destaca una de sus frases más célebres que define su activismo: “El monolingüismo es el monóxido de carbono de las culturas y el plurilingüismo es el oxígeno”.