El último lanzamiento de Alexandra Bracken en nuestro país es una trepidante novela de fantasía urbana con todo lo necesario para atrapar a los lectores: una protagonista llena de fuerza y carácter, una atractiva revisión de la mitología griega perfectamente adaptada a los tiempos actuales y una trama que entrelaza estos elementos con mucha destreza, en la ciudad entre las ciudades: Nueva York, cuyas calles son el escenario de la lucha entre las luchas: el agón. Me ha gustado tanto que he dedicado largas sesiones de lectura a este extenso volumen.
La premisa de esta novela, que, al contrario que muchas del género, no se presenta como el inicio de una serie, sino que se lee individualmente, nos presenta un mundo actual en el que los dioses de la mitología griega, castigados por el padre Zeus, vagan por la tierra y pierden su inmortalidad durante siete días, una vez cada siete años. Durante este periodo, el agón, los “cazadores” pueden perseguirlos, y quien mata a un dios adquiere sus poderes y se convierte en un nuevo dios o “impostor”. Las familias de cazadores descienden de héroes de la mitología griega, como Odiseo, Aquiles o Perseo. Al comienzo de la novela, pocos de los dioses originales y de las familias de cazadores perviven. Melora “Lore”, la protagonista, es la última de los descendientes de Perseo, y ha abandonado la caza, a raíz de trágicos acontecimientos sucedidos siete años antes, durante el último agón. Pero la visita inesperada de la diosa Atenea, justo antes del comienzo del siguiente, hará imposible que Lore pueda escapar de su destino.
Aunque está llena de acción y aventura, lo que más me ha llegado, y que seducirá a muchos lectores, es la caracterización de los personajes principales, en especial la de Lore, con toda su intensidad, sus dudas y su coraje, y un grupo de amigos y compañeros muy especial. Lore lucha contra su destino, que parece haber sido marcado: “Somos exactamente aquello en los que nos convirtieron” (p. 302), dice para justificar el recurso a la violencia. La lucha contra un destino que parece escrito es la verdadera batalla para los personajes, sobre todo para ella, como reflejan también estas palabras de Cástor: “Aquí no hay nada para ti, aparte de sombras” (p.311). En su viaje de la heroína, Lore es reacia a asumir un papel principal: “No soy especial, no soy la elegida” (p. 335). Como lectora, disfruto con personajes que evolucionan y cambian, que se superan. Cuando ella, de niña, dice “Mi nombre se convertirá en leyenda” (p.336), parece tener claros sus objetivos. La Lore que conocemos en la novela echa de menos estas seguridades: “No quiero olvidar por qué tuve que abandonar el agón, cuando me hace sentir tan bien” (p. 341).
El personaje de la diosa Atenea es un contrapunto perfecto. Ella parece tener solo certezas: “Lo único que he deseado en la vida es hacer aquello que nací para llevar a cabo” (p. 342). Lore se enfrenta a la tiránica organización de los linajes de cazadores, solo inspirados por un determinado concepto del “honor”. Pienso que muchos lectores encontrarán estimulante esta rebeldía, y el modo en que emprende camino hacia un destino propio, un camino en el que el amor y la amistad serán fundamentales. Todo ello al servicio de una nueva visión, moderna y estimulante (y no exenta de crítica, en especial en lo relacionado con la mujer), de los mitos griegos y de algunos de las ideas que los regían, que gobiernan los linajes de cazadores, junto con otras más honorables: “Estaban hechos para el kleós y para convertirse en leyenda” (p.398). Personajes que parecen regidos por la ira, o por violentos impulsos de ambición, aparecen compensados por otros llenos de bondad y generosidad, dispuestos a sacrificarse por la libertad. Puede que el agón, esa batalla vibrante que, como lectora, he seguido con interés e inquietud por las calles de Nueva York, sea el verdadero enemigo. Las aventuras de Lore, sus amigos Cástor y Miles, la diosa Atenea y el mensajero Evandro, son la reafirmación de que lo que nos sucede son consecuencias de nuestros actos, de que se puede luchar contra el destino.
Elegí leer esta novela porque me interesaba su visión actual de los mitos clásicos, y ha sido un agradable descubrimiento encontrar, además, un narradora que ha sabido relatar una auténtica epopeya moderna, una historia sobre el poder, el amor, la amistad y la lucha por ser dueña de su propio destino que no dejará indiferentes a los lectores. Protagonistas como Lore son las heroínas que nuestra época necesita.