Padre. Del Seminario al narcotráfico, de José A. Kapelo

Siempre he pensado que la realidad es capaz de superar a la ficción hasta unos niveles inimaginables. A veces, cuando estoy viendo el telediario, me doy cuenta de que hay cosas que me parecerían más improbables que sucedieran que cualquier historia de cualquier libro de fantasía que pudiera leer, aunque después de me dé cuenta de lo equivocada que estaba. Y eso, querido lector, es algo que me asusta muchísimo. 

Lejos de asustarme por lo que viene a continuación, te diré que te tengo preparada una reseña de un libro que supera con creces la ficción. Porque está basado en hechos reales y porque la historia que cuenta es tan increíble que jamás lo creerías. Pero es verdad, te lo aseguro. Y es que Padre. Del Seminario al narcotráfico nos habla de una Andalucía que en los años 80 ya empezaba a germinar un futuro oscuro. 

Pero déjame empezar por el principio. José A. Kapelo ha decidido contar la historia de Antonio, un chico que, como ya te habrás imaginado por el título, decide tomar un camino en la vida que poco a poco se va desviando hasta hacerle perder ese primer destino que tenía. Y es que él, precisamente, hizo ese trayecto del Seminario al narcotráfico. ¿Y cómo es posible que una persona pueda pasar por algo así? Eso es lo mejor de todo: el autor nos lo cuenta con pelos y señales para que conozcamos a Antonio casi como si fuera nuestro mejor amigo. No se deja nada en el tintero: empieza hablándonos de él desde que era muy pequeño hasta el momento en el que comienza a hacerse respetar en el mundo del narcotráfico. Y lo hace en primera persona, para que entendamos sus pensamientos y su forma de actuar, para que nos pongamos en su piel. ¡Y vaya si lo consigue! 

En la sinopsis se define muy bien la mención de «Padre» en el título, y no quería dejar pasar la oportunidad de compartirlo contigo, ya que sin duda es la clave de este libro. Dice que son tres padres los que se juntan en este ente que todo lo abarca: por una parte, Dios, que es el que le guía por el camino del Seminario. Por otro lado, encontramos al propio padre de Antonio, que es el que se encargó de su crianza y del que, por unos motivos u otro, se acaba alejando. Y, por último, encontramos al padre mafioso, que es el que terminará de forjar su destino. Estos padres, al final, son un ser en sí mismo, un ser que hace que la vida de Antonio se mueva por unos derroteros o por otros. Una guía, no siempre acertada, que supone la luz del oscuro camino. 

Desde luego, me parece una propuesta muy interesante para una primera parte de una trilogía que promete ser algo grande. Y no solo porque acerca al lector un mundo que, latente debajo de nuestros pies, cada día se va haciendo más y más grande; sino porque la forma en la que está contada —con una cercanía asombrosa, llena de anécdotas que harán que el lector no se despegue del libro— hacen que la historia sea todavía más real. 

Hay una cosa que me ha gustado especialmente de esta novela, y es que me ha dado la sensación de que el autor ha omitido datos concretos en ciertas ocasiones. Y creo que lo ha hecho de una forma deliberada. Aquí entra mi mente de lectora, que supone que no solo lo haya hecho para generar intriga, sino porque está hablando de un mundo que sigue muy vivo y que sigue siendo muy peligroso, por lo que explayarse contando ciertas cosas sería como ponerse una diana en el pecho. 

Sin duda, este hecho junto al ritmo que tiene la novela —rápido, incansable y muy cómodo para el lector—, ha provocado que no pudiera parar de leer. Saber que estaba ante una historia real, que lo que estaba contando eran las vivencias de una persona, que existe un riesgo grandísimo por poner por escrito estas palabras… Ese cúmulo de circunstancias ha hecho que me leyera Padre. Del Seminario al narcotráfico casi del tirón. Y es que las cosas que van ocurriendo en la novela están cargadas de tanta tensión que provocaron que yo misma sintiera esa angustia en mi cuerpo. Como cuando ves una película y cuando termina te das cuenta de que has estado tan concentrado en la pantalla que ni siquiera te has acordado de comerte las palomitas. Algo así. 

En definitiva, este libro de José A. Kapelo me parece una propuesta muy interesante y una muy buena forma de meterse de lleno en el mundo literario, ya que a veces no solo basta con contar una historia, sino que hay que conseguir que el lector también la haga suya. ¡Y vaya si lo consigue!