Antes de que llegue el invierno, debemos preparar la granja para el frío: cubrir el campo de las fresas con heno, poner a resguardo las colmenas, cortar y amontonar la leña que nos calentará durante esos meses, preparar el refugio de las gallinas… El resto del año, la granja ha trabajado para acogernos, alimentarnos y mantenernos calentitos. Ahora es el momento de su descanso, pronto llegará la primavera. Buenas noches, granja.
Nota de la autora:
«Cada invierno, cuando cesa el trabajo en la granja, escribo una carta a los niños de una clase de tercero y cuarto de primaria. Les cuento cosas sobre nuestras gallinas, las semillas que hemos comprado, las reuniones de granjeros a las que asistimos, los arces azucareros de los que extraemos la savia y las plantas que cultivamos en el invernadero.
Los niños contestan con preguntas. “¿Tenéis perro? ¿Os gusta ser granjeros? De todo lo que cultiváis, ¿qué comida os gusta más?”.
Después, en mayo, estos niños y su profesora vienen de excursión a visitar la granja. Nos ayudan a arrancar hierbas, recogen huevos, recolectan las primeras fresas y rábanos y exploran la granja. ¡Cuánto saben estos niños! Conocen de dónde proviene cada uno de los alimentos que comen y saben que todo procede de granjas como ésta.
Se dan cuenta de que una granja da mucho trabajo, pero también de que todo lo que invertimos en ella nos es retribuido: huevos frescos en el desayuno, fruta deliciosa durante el verano y, sobre todo, un lugar para compartir, un lugar que, durante todo el año, es también nuestro hogar». |