Se acaba de presentar la tercera parte de la biografía de Cervantes publicada por Edaf y escrita por el catedrático de Filología José Manuel Lucía Megías.
Esta tercera obra titulada La plenitud de Cervantes, Una vida de papel culmina cinco años de trabajo para aportar después de tantas biografías publicadas una nueva imagen de Cervantes. La razón es que el autor ha querido eliminar lo que él llama “el pecado original” de los demás biógrafos -incluso de él mismo en el pasado- que es querer explicar únicamente porque escribió El Quijote. Lucía Megías ha sido capaz de situarle en su época y analizarle sin tener que vislumbrar continuamente el marco final de El Quijote.
Esta tercera parte muestra como Cervantes sobrevive al fracaso de la primera parte de El Quijote, un bestseller de encargo por parte de su librero, que fue un fracaso editorial en su momento. Esa es la razón por la que tarda diez años en publicar la segunda parte y, posiblemente sin El quijote de Avellaneda nunca hubiera habido una secuela. El Quijote nadie lo esperaba ni nadie esperaba la segunda parte y tampoco nadie entendió esa segunda parte, la prueba es que no se reeditó, y varios años después seguían en el almacén trescientos ejemplares sin vender. En esos últimos años de Cervantes triunfan Las novelas ejemplares y el Persiles que es considerada en aquella época como su gran obra con doce reediciones en diez años.
Esta obra también es una reivindicación del Siglo de Oro, sin el cual ni Cervantes ni su obra tendría sentido. También explica que Cervantes fue reconocido en su época como uno más entre los magníficos escritores de su tiempo. Publica sus obras sin ningún problema, acude a las academias, gana premios, no es un outsider como otras biografías han hecho ver, Cervantes está dentro del sistema.
El autor expone su idea de que Cervantes en sus últimos años de vida inicio un programa literario, un programa escalonado, publicando sus Novelas ejemplares como una mesa de trucos, diciendo “yo puedo tocar absolutamente todos los géneros con un pequeño cambio”. Al año siguiente aparece El viaje al Parnaso, y Cervantes se reivindica como poeta alegórico. A continuación saca sus obras de teatro, buscando valorarse como poeta dramático. Solo la pausa obligada para terminar y publicar la segunda parte de El Quijote interrumpe el programa que acaba con su afamada Novela de aventuras, el Persiles.
Hasta esos últimos años la literatura era instrumental para Cervantes, era la forma de vivir y sostenerse, pero en ese trienio se convierte en el gran escritor que hoy conocemos, sin necesidad de monopolizar su vida únicamente con El Quijote.
Todo esto y más en una exquisita edición ilustrada y documentada que todos los amantes de la literatura del Siglo de Oro y de Cervantes disfrutarán.