“Cuando el Investigador salió de la estación, lo recibió una mezcla de lluvia fina y nieve fundida. Era un hombre de poca estatura, más bien rechoncho y casi calvo. Todo en él resultaba anodino, desde la ropa que llevaba hasta la expresión de su rostro. Si alguien hubiera tenido que describirlo, por ejemplo en una novela, o durante un procedimiento penal o en una declaración ante un juez, sin duda le habría costado esbozar su retrato. Era, por así decirlo, un ser evanescente, alguien a quien olvidas apenas lo ves. Su presencia tenía la vaguedad de la niebla, de los sueños o del aliento que exhala una boca. En eso se parecía a millones de personas”.
Claudel me gusta más en sus formas que en sus argumentos, pero este sí que me llamó particularmente la atención. Hoy traigo a mi estantería virtual, La investigación.
Un Investigador cuyo nombre no nos es revelado llega a una anónima ciudad con un encargo claro: investigar por qué una Empresa tiene un índice de suicidios tan alto. Sin embargo, desde que llega a la ciudad, todo parecen dificultades para lograr su objetivo, ya sea acceder a la empresa, relacionarse o el propio hotel en que se aloja.
Esta novela es un claro homenaje a Kafka y su agrimensor intentando llegar a El castillo. A partir de esa idea comprendemos la existencia de este investigador y las dificultades que tiene para cumplir la misión que le es encomendada. Casi pareciera que, en esta ciudad sin nombre, el universo se confabulara para frustrar sus objetivos. Un universo en el que la gente funciona casi de manera mecánica y su único valor parece reducirse al a función que desempeñan, exactamente igual que sucede con nuestro investigador, a quien conocemos con “I” designadora de su tarea. Poco a poco nos va describiendo un ambiente opresivo en el que los diálogos serán la fuente de oxígeno, a ratos casi cómico, para que podamos seguir leyendo esta suerte de fábula social. Una fábula que se va tornando pesadilla incluso dentro de la propia historia para el protagonista ya que todo parece estar mal. Las dificultades ara llevar, la disfuncionalidad de la habitación del extraño hotel, las personas con las que se encuentra son poco serviles… todo ello nos va haciendo llegar a unas conclusiones a lo largo de esta novela corta. Además, la obstrucción de la realidad a que el Investigador realice su función no será el único problema que se encuentre, Claudel también pone su granito de arena al desdibujarlo ya en las primeras líneas y luego añadir que su estado parece permanentemente defectuoso. Ya sea hambriento, cansado o magullado, todo parece ponerse en contra de nuestro protagonista.
No me cabe duda alguna del mensaje de Claudel: la representación de un mundo totalmente alienado en el que apenas nos fijamos los unos en los otros en nuestra cotidianeidad. Vales para el prójimo lo que haces en tus funciones designadas, y para la sociedad el servicio que le prestas. Y en esta sociedad en la que quedamos reducidos a meros figurantes, ir contracorriente puede ser algo frustrante y complicado, lo fácil es dejarse llevar y ser uno más. Pero no es solo eso, además al finalizar esta novela, el lector tiene claro el motivo de dichos suicidios. Al menos en mi caso lo tuve bastante claro mucho antes del final y eso, amigos lectores, hizo que cerrase el libro y mirase a mi alrededor con un punto de angustia. El que Claudel hace saltar del libro a la vida cuando miramos a nuestro alrededor y pensamos: ¿y si….?
Me ha gustado La investigación. No es ni de lejos el mejor libro de Claudel, pero tengo que reconocer que lo he disfrutado posiblemente más como homenaje Kafka que como historia propia e individual.
Si vivimos en un mundo en el que cada cual tiene su lugar y función, decidme, ¿para vosotros cuál es la función de la lectura?
Solo en el final se entiende porque todas las cosas que le pasan al protagonista son malas; al principio parecia demasiado lo que le pasaba; pero al final todo se explica