La ofrenda es un ejemplo de literatura bien hecha por un escritor en la madurez de su carrera. Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) ha creado una novela simbólica en la que forma, contenido, ritmo y vida (lecciones de vida en cosas pequeñas) están perfectamente equilibrados ayudándose unos a otros en el propósito final.
La obra tiene su germen en la película La mujer y el monstruo de 1954, una versión del mito de La Bella y la Bestia en la que cambia el Ser que aquí es acuático. Con este trasunto comienza esta novela con una tensión latente que no se resuelve hasta que se termina y aún así el lector no sabe con claridad si tiene todas las claves.
1963, Patricia Ayala es una mujer joven que quiere olvidar una relación problemática de pareja aceptando un trabajo de enfermera en una isla situada en el sur de Madagascar. Allí dedicará su tiempo a cuidar a una anciana llamada Rose Hansson en una residencia conocida como “La Construcción”, centro ubicado al lado de una laguna cuyas aguas penetran por canales y piscinas en las habitaciones centrales.
El autor vallisoletano narra en una sorprendente segunda persona las vivencias y sentimientos de Patricia, una persona de la que poco a poco vamos descubriendo su complicado pasado. Una madre problemática, un niño al que cuidaba, siendo niña ella también, que se ahoga y una relación con un compañero de trabajo de la que necesita huir. Como nos comenta el autor, la relación entre niños y monstruos funciona bien, los niños ven en estos seres inadaptados alguien a quien cuidar y estos, salvo los casos en los que la maldad les acompaña, suelen necesitar el contacto de quienes no les rehuyen. Pero ni Patricia es una niña ni sabemos si hay un monstruo aunque Martín Garzo nos vaya dejando pistas.
La isla de Taboada cerca de Madagascar no existe pero el autor la ha creado con todo detalle para contener la Construcción sobre la que gira la obra, una intrincada red de lagunas, canales y piscinas que toman agua salada del mar y en las que Patricia se ve empujada a nadar por Rose, como si de un ritual se tratase.
Todos en la isla saben cosas que calla, sobre “el hombre que nada”, sobre la Construcción y sobre el papel de las mujeres en este enclave. Todo eso deberá ir descubriéndolo Patricia quien se encontrará con sus recuerdos en cada esquina y tendrá que ir decidiendo si mirar hacia ago o hacia delante en este lugar donde nadie sabe que está.
Gustavo Martín Garzo nos dice que escribe para descubrir eso que hay en nuestro interior pero que no mencionamos, eso incondicionado e irreconocible que nos hace humanos. Buscándolo ha compuesto está obra que demuestra que tenemos que enfrentarnos a nuestra imagen muchas veces, no solo en el presente cuestionándonos quiénes somos, sino dialogando con nuestro yo del pasado, al que apenas reconocemos, para despertarle de su inocencia e ignorancia.
Con esta obra de madurez culmina esa búsqueda, una novela con una técnica excepcional que una vez más demuestra que escribir bien no es mera casualidad sino un oficio al que hay que dedicarle toda la vida.
Nuestra novela recomendada del mes de enero es indudablemente La Ofrenda