Kiko Amat prologa este libro así como años ago prologaba Knockemstiff de Donald Ray Pollock. Entonces llamaba a esa hondonada dentro de la profunda Ohio: El culo del mundo.
Ahora Colin Barret,-Premio Guardian al mejor debut-, recrea ese mismo estilo ubicándolo en su tierra, una esquina atlántica de la verde Irlanda donde solo se queda quien no tiene otra salida. En este culo del mundo llamado Glanbeigh conviven ruinas humanas, cutres atracadores, violadores, asesinos, drogadictos y demás escoria humana simplemente por inercia.
El joven Barret ha creado una serie de relatos para dar forma a todos ellos y mostrarlos en su salsa. Incluso uno de ellos Tranquilo entre caballos es una pequeña novela.
Ese lugar podría estar en EEUU , Irlanda o en España. Culos del mundo los hay en todos lados. El primer relato da la clave cuando comienza “No conoces mi pueblo, pero seguro que te suena”. Y si hemos crecido en uno de ellos o hemos veraneado de continuo en cualquier pequeño reducto con pocas salidas que no sean la emigración, seguro que sabemos de lo que hablamos.
El chico de los Clancy muestra la inercia a la que las relaciones llevan cuando dos amigos que no tienen nada en común tienen que pasar una tarde juntos amargándose su vida y la de los demás. En este primer relato Barret ya muestra una vena lírica impresionante que lejos de asquearnos con sus personajes resalta la belleza hasta en lo más cutre.
En Carnada las jerarquías entre amigos por un lado y lo forzado de las relaciones continuas en un lugar tan cerrado son la clave para entender esa noche de billar.
La luna muestra un mundo tan inalcanzable como el satélite para los que viven allí, el de los forasteros. Aquellos que llegan solo a pasar unos días allí, pero que se van sin siquiera despedirse recordando a los pueblerinos cuál es su lugar en el universo.
La pasividad y acomodación de la gente a estos lugares queda patente leyendo En su propio pellejo. Llegada una edad, aquellos que no han salido de allí ya están en tierra de nadie. Otra generación ha crecido por debajo de ellos dejándoles aislados y lamiéndose las heridas.
Mención aparte merece Tranquilo entre caballos, un texto de casi cien páginas impresionante que presenta los diferentes tipos de lealtades que se generan en estos sitios pequeños entre los amigos y la familia cercana sobre todo cuando esta es un clan.
Los dos últimos textos son Diamantes y Les ruego que se olviden de mi existencia. En el primero la inercia radica en los viciosa adquiridos de los cuales es imposible desconectarse.. En el segundo vuelve el lirismo en una historia profunda y dolorosa de cementerio con un camarero serbio de por medio.
Lo complicado de hacer es darle credibilidad y ausencia de esperpento a tales tramas. Lo que debería ser un libro de humor o quizás un profundo drama colectivo pasa en tono limpio y aséptico ante nuestros ojos. Barreto no toma partido por nadie, no moraliza, ni condena, ni siquiera opina. Plantea los hechos desde los ojos de los propios protagonistas quienes evidentemente ven cierta coherencia en sus actos.
Glanbeigh es un libro masculino, donde los errores de los hombres abundan y los de las mujeres consisten en parecerse a los hombres.
Collin Barret brilla con esta pequeña obra de arte construida con materiales de derribo.