Uno de los “bombazos” editoriales de este verano ha sido la publicación de Ven y pon un centinela de Harper Lee, una versión preliminar de la famosa novela de la autora de Matar a un ruiseñor. Según la información publicada, la novela fue enviada a una editorial en el verano de 1957 y su editora le pidió que la reescribiera centrándose en la infancia de Scout la hija del protagonista dos décadas antes.
La escritora se pasó cerca de dos años adaptando la historia que se convertiría en Matar a un ruiseñor y ahora la editorial HarperCollins rescata este verano la novela original. Y el problema para el lector es que espera encontrar en la novela al Atticus Finch de Matar a un ruiseñor, un abogado amable y sensato, que interpretó magistralmente Gregory en la película de 1962, un hombre íntegro que se enfrenta a todos para defender a un hombre negro injustamente acusado de violar a una mujer blanca en una pequeña ciudad de Alabama durante la década de 1930.
Pero en esta novela nos encontramos con un Atticus Finch anciano y enfermo que se ha convertido en un racista con ideas tremendas sobre la segregación. Un hombre convencido que comparte su ideología en el Consejo de Maycomb con sus vecinos y que incluso ha llegado a participar en una reunión del Ku Klux Klan. Este punto rompe los esquemas de la narradora, su hija y del propio lector que espera encontrarse con el Atticus de Matar a un ruiseñor.
Y en ese momento de la narración es cuando te das cuenta de que la única protagonista de la novela es Jean Louise, la joven y compleja hija de Atticus que con sus 26 años se rebela contra todos: contra su padre, contra su novio, contra Maycomb… Jean Louise, a la que desde pequeña llaman cariñosamente Scout, vuelve a casa desde Nueva York para encontrarse con su padre y con su amor de desde la infancia Henry y aunque esperaba encontrarse con una Alabama provinciana y caduca, no se había imaginado nunca a su padre diciendo sentencias como: “¿Quieres tener montonems de negros en las escuelas y las iglesias y los teatros? ¿Los quieres en nuestro mundo?”. La ciudad entera, todos sus habitantes, incluso su brillante tío Jack, han sufrido un cambio tremendo en su mentalidad y se han convertido en convencidos intolerantes. Y Calpurnia, la mujer que la había criado desde pequeña, tampoco la mira como su niñita del alma sino como una mujer adulta blanca.
El ambiente tranquilo y con encanto que ella recordaba ha desaparecido en Maycomb y en su lugar se vive la tensión en sus calles y habitantes. Jean Louise se debate entre su amor a su padre y su infancia y su incomprensión hacia las ideas que todos comparten. ¿Qué puede hacer una hija que idolatra a su padre anciano cuando choca tan frontalmente con sus ideas? Si el lector no esperase algo más sería una novela entretenida, narrada en tercera persona, menos lírica que Matar a un ruiseñor pero interesante cuando nos cuenta la vida cotidiana de los habitantes de Maycomb o la infancia de Scout, su malogrado hermano Jem y Henry.
Una novela bien dirigida por su inteligente narradora. Pero el lector espera más, espera luz, sombras y fuegos artificiales y es una pena pero en Ven y pon un centinela no encuentra más que una novela amena y bien escrita.