“Muchos de nosotros estamos buscando nuestro lugar en la sociedad”
Thomas Rydahl (Fotos: Javier Velasco) |
Para la trama ha escogido un paraje a la vez salvaje y desértico. La isla que tan bien conoció Miguel de Unamuno en su destierro de 1924 combina playas exuberantes con desiertos africanos y ciudades tanto modernistas como lóbregas. “La isla es una expresión interna de lo que hay dentro de él”, señala. La naturaleza da paso a tierras yermas e inhóspitas.
A Thomas Rydahl le gusta la complejidad de pasar de atmósferas románticas y turísticas a otras más siniestras y ocultas. Fuerteventura tiene todo eso y él lo conoce muy bien porque viajó hasta la isla canaria para documentarse. “También me han ayudado otras personas. Una señora me ayudó mucho por Facebook, dándome información sustancial sobre la isla”, recuerda agradecido, lo que le ha ayudado a dar mayor verosimilitud a la novela. “En Corralejo se junta lo viejo y lo bello, es un lugar ideal. En medio del asfalto puede surgir una flor”, añade.
Reconoce que no le interesa la realidad, aunque está en la base de la ficción. “Lo que más me interesa son las consecuencia humanas de los actos que realizamos. Yo tengo mi propio Erhard interno, sobre todo en la búsqueda de la identidad humana”, expone razonadamente y se muestra disgustado con el rumbo que está adquiriendo la sociedad actual. “Ahora se está poniendo el foco sobre la gente joven y todo se centra sobre ellos. Pero, ¿qué pasa con la gente mayor?”, se pregunta. De ahí que haya querido hacer un protagonista con una edad avanzada, cercana a la jubilación, que tenga más vida detrás de él que por delante. Un protagonista que va a ser el eje central de una trilogía de la cual está escribiendo ya el segundo volumen.
“No quiero ser un escritor sólo de novela negra. Más adelante pienso cambiar mi rango y contar historias diferentes, con nuevas formas de construir las tramas”, explica sobre lo que quiere hacer en el futuro; de momento dice sentirse preocupado por los seres humanos, por las personas que quieren pagar su deuda con la sociedad y enderezar el rumbo que últimamente se está llevando. “Tenemos que ser buenas personas y devolver algo a la sociedad que tanto nos ha dado”, especifica con una sonrisa en los labios que no se le cae en ningún momento de la conversación.
“La visión que tengo de muchos de nosotros es que estamos buscando nuestro lugar en la sociedad”, apunta. No le vale el que nos sintamos guapos y ricos, algo que prolifera en la sociedad rápida en la que vivimos en la que no se tiene mucha relación con la gente. “Somos solitarios que buscamos a la sociedad”, describe. Pese a tantos medios de comunicación, la incomunicación puede ser aún mayor y en crecimiento. Erhard simboliza precisamente eso, y es lo que quiere romper Thomas Rydahl.
También ha querido resaltar la conectividad que tiene que haber entre el personaje y el lugar en el que se desarrolla la trama. “Esta historia en Dinamarca no funcionaría”, puntualiza. Quizá porque en el país nórdico la corrupción no se da como en nuestro país. La atmósfera casi tropical, cerrada y hasta cierto punto agobiante se da en una isla, donde parece que no puede haber escapatoria.
“El ermitaño” rompe la regla de que la novela negra se tiene que escribir en primera persona. “No me gustaba tener que estar constantemente en su mente, pese a eso mi nueva novela, sí la estoy escribiendo en primera persona”, como han hecho los grandes escritores americanos del género negro que tanto le gustan: Dashiell Hammett, Don DeLillo o Raymond Chandler de los que reconoce ser un lector voraz. Es la misma voracidad con la que se lee su novela.