Todas las obras de Pablo d´Ors, sean ensayos o novelas, son tremendamente originales y literarias. Su última novela, “Contra la juventud”, es un homenaje para el que en su opinión ha sido el mejor escritor: Franz Kafka. “Estudié en el Colegio Alemán de Madrid y de ahí me viene esa influencia”, cuenta en la entrevista que hemos mantenido con el escritor y sacerdote madrileño. Sus estudios continuaron en Nueva York y estudió Filosofía y Teología en Roma, Praga y Viena.
“Franz Kafka es el escritor por excelencia de la modernidad. Como arquetipo de escritor, él vivió la literatura como una religión. Se sacrifica en el altar de las letras e identifica la escritura con la vida interior”, expresa con una paz interior que irradia su sacerdocio Pablo d´Ors y añade “lo difícil no es escribir, es tener una vida interior”.
Es también uno de los mayores especialistas sobre meditación que tenemos en España, totalmente alejado de esas tendencias orientales que en muchas ocasiones no dejan de ser estafas pesadas espirituales. Para el escritor, “la meditación es peregrinar hacia el centro del ser, ir hacia el templo interior, esa es la contemplación de los creyentes. Meditar es orar, encontrarse con uno mismo”. Una evolución que pasa del orante vocal al mental, algo mucho más discursivo y reflexionado. Cree que está volviendo “la oración contemplativa y silenciosa”.
Supone otra madurez de la vida espiritual frente a todo aquel que condena lo que no conoce. Algo que le ha ocurrido con frecuencia a la Iglesia Católica. “En la medida que la Iglesia condena a las personas, se ha equivocado”, afirma tajantemente, de todos son sabidas las condenas que se hicieron a científicos de Medievo y que en tiempos recientes se ha reconocido el error y subsanado. Pablo d´Ors reconoce esos errores que se cometieron en el pasado y no excluye que puedan suceder en el presente y en el futuro.
“Contra la juventud” es un libro magnífico que estará entre los mejores del año sin duda alguna. Tiene dos características fundamentales: por una parte es un libro profundo y, por otra, su lectura no es pesada sino ligera. Acerca al lector cotidiano temas transcendentales de nuestra vida y de nuestro ser. “Es una exploración en la identidad humana a partir de un ego imaginario”, reflexiona el nieto del ensayista Eugenio d’Ors y la forma que ha escogido para hacerlo es la novela. La pregunta surge de inmediato: ¿por qué?
“Lo que aporta la novela es distinto a lo que aporta el ensayo. La novela es estructuralmente más democrática porque el narrador-novelista no se tiene que identificar con lo que dicen sus personajes”, expresa con rotundidad y acierto. Para el sacerdote, asesor del Papa Jorge Mario Bergoglio, la “novela es el género del sentido del humor, donde se hace un cuestionamiento desde cualquier punto de vista y es la ironía lo que la hace moverse”, especula acertadamente y continúa detallando que “la novela nace en la modernidad y de la mano del humor, ahí tenemos a Cervantes”.
La novela es transmisora de experiencias y lo hace de forma distinta a cualquier otro arte. “Mi novela es una novela de ideas, me gustan las novelas de ideas, pero estoy en contra de la novela ideológica que cuando se convierte en pura propaganda deja de ser arte”, apostilla razonadamente y añade a continuación que “las ideas en una novela no tienen que formularse explícitamente, se tienen que hacer mediante una atmósfera, mediante unas historias, ese es el verdadero arte”.
El título de su última novela puede parecer polémico, “Contra la juventud”, “sí, contra la juventud, pero no contra los jóvenes”, puntualiza. “Es un libro que dignifica una etapa de la vida en la cual todos sólo saben decir yo, yo, yo y no saben decir tú. La madurez supone el descubrimiento de la alteridad del otro. En la juventud se está sumergido en su pequeño drama de cada cual, es una etapa de ensayos donde se comenten muchos errores, se tiene una existencia errática. Bien es cierto que se aprende a través de los errores. Nos hacemos daño a nosotros mismos y a los demás”, desmenuza el escritor.
“Todas mis novelas son de aprendizaje porque me interesa la formación del individuo, porque la mayoría de los novelistas hablan de las sombras. Casi todos hablan de las sombras pero pocos entran en las tinieblas buscando la luz”, indica en la interesantísima charla que mantuvimos. Esa búsqueda por las tinieblas es como la espera en el purgatorio de los católicos. Y una forma de entrar en esa búsqueda es utilizando el humor. “Es la mejor manera de ser humilde, ya que ser realista no es nada fácil. Reírse de uno mismo y ponerse continuamente en cuestionamiento es una forma de aprendizaje y de salirse del dramatismo con que se toman la vida los jóvenes”, refiere el autor de “Biografía del silencio”.
Para el nieto del ensayista Eugenio d´Ors, “la literatura que no tiene vida interior, no alimenta el alma y no cumple una función del arte, no es literatura, tiene que alimentar el espíritu del ser humano”, opina. En la actualidad, hay dos grandes clases de literatura. La primera es la de evasión, la que solo pretende entretener y, la segunda, es la de conversión, la que nos hace crecer, la que “leemos para entrar en esta vida y no nos hace huir de los problemas”, refiere.
El problema radica en que muchos escritores, sobre todo filósofos, escriben con un lenguaje tan técnico que no se sabe bien de lo que hablan o lo que quieren decir. “La literatura tiene que ser popular. Hemos hecho un mito de la complejidad y lo primordial del ser humano es la simplicidad”, asegura con convicción y eso es lo que busca este escritor heredero de Herman Hesse y de otros escritores alemanes que le han influido desde su juventud.
Pablo d´Ors reconoce que para escribir buena literatura hay que salir del círculo de confort de nuestra vida cotidiana, “todo lo interesante empieza cuando sales de ese círculo”, comenta. “El escritor tiene que saber desdoblarse”, menciona para ir terminando la entrevista. Quizá por ese desdoblamiento, todos los personajes de “Contra la juventud” tienen algo de él y de sus experiencias pero desde los ojos de su imaginación, algo que ha querido explorar y exacerbarlo hasta sus últimas consecuencias. Precisamente eso es su literatura: una continua exploración de nuestro yo desde distintas perspectivas.