Guardar la casa y cerrar la boca de Clara Janés

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El título del ensayo de Clara Janés proviene de la cita que lo abre escrita por Fray Luis de León “Por que así como la naturaleza […] hizo a las mujeres para que, encerradas, guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca”.

Es esta una obra de homenaje a todas aquellas mujeres que lejos de cerrar la boca, la han abierto mediante la poesía y la literatura. Algunas de manera casi secreta como las afganas y otras gritando bien alto sus versos al mundo como Rosa Cachel. Mujeres capaces de hablar con más o menos insinuación de cuestiones políticas, sociales, de  sexo, de amor ,matrimonio, incluso de mujeres guerreras. Mujeres valientes (aunque es una redundancia) de todas épocas.

Este texto ecléctico lleva varias décadas forjándose. La poetisa recuerda que ya en la universidad su primer trabajo versaba sobre la mujer en la literatura. Más tarde ha sido el tema el que le ha buscado a ella, como cuando en París halló la obra como por azar: El suicidio y el canto. Poemas cantados en pastún por mujeres afganas oprimidas por su marido al que llaman “el pequeño horrible” mientras ellas cantan a su amante aun a riesgo de ser lapidadas.

“Vámonos al monte y hagamos el amor aunque luego caigamos bajo las cuchilladas.”

La casualidad también le permitió conocer que el primer escritor del que se tiene registro era una mujer, la suma sacerdotisa acadia Enheduanna nombrada por su padre para controlar a esa corte ávida de poder  de los sacerdotes.

Detalles como estos afloran entre sus páginas dando voz a aquellas que la historia ha callado como las trovadoras, las mujeres soldado que participaron en las cruzadas dentro de su propia orden de caballería o la misma Oliva Sabuco quien ha principio del siglo XVI describió el líquido raquídeo y habló filosóficamente del inconsciente. Algo de inconsciente tenía su padre que pese a ser aprobada su obra por el mismo Felipe II la reclamo para sí queriendo callar y negar a su propia hija.

La gran paradoja de la mujer ha sido que a lo largo de la historia las supuestamente libres, eran las más esclavas, desde las reinas que ni siquiera podían estar solas a las mujeres casadas que estaban obligadas como decía Fray Luis a guardar la casa y cerrar la boca. Es precisamente las más sometidas, como en Europa pudieran ser las monjas las que gozaban de libertad para escribir y conocer; o en Oriente las cortesanas las que podían aprender idiomas de hombres e incluso aconsejarlos.

Clara no cree que haya literatura para hombres y mujeres cree que todo es aprendizaje, que todo es mirar alrededor y que eso lo hacemos por igual mujeres y hombres.

La autora concluye con las palabras de su amiga Rosa Chacel “hay que seguir”, referidas a las mujeres. En efecto hay que seguir, luchando y abriendo la boca.

Esta obra es una grata sorpresa no solo por su contenido sino porque son tiempos duros para los libros especiales o el ensayo. Seguro que si la primera frase de Fray Luis te ha revuelto por dentro leer a Clara Janés te sanará en igual medida

Pepe Rodríguez

Escrito por Clara Janés

Clara Janés nace en Barcelona y ha escrito más de veinte libros de poesía, entre ellos Kampa, Vivir, Rosas de fuego, Arcángel de sombra y Los secretos del bosque. Entre su obra en prosa figuran las novelas Los caballos del sueño y El hombre de Adén, el libro de memorias Jardín y laberinto y los de ensayo Cirlot, el no mundo y la poesía imaginal y La palabra y el secreto. Es también una reconocida traductora, en especial de autores checos como Vladimír Holan o Jaroslav Seifert.

FICHA TÉCNICA

Páginas: 188

Precio: 17.00 €
La reconocida poetisa Clara Janés, que ha dedicado gran parte de su obra e investigaciones a las diversas expresiones del talento femenino, no solo en la literatura, sino también en la ciencia y en otras áreas de conocimiento, nos ofrece en este libro un interesante recorrido por distintas culturas y periodos de la historia a través de las principales obras literarias de mujeres que encontraron en las letras la forma idónea para manifestar su sensibilidad y talento.
Tras reunir los poemas de las primeras poetisas en lengua castellana y estudiar la creación de las arábigoandaluzas y las afganas, la autora nos desvela en esta obra numerosas sorpresas. Un ejemplo: la paradoja de que el primer escritor de nombre conocido sea la sacerdotisa acadia Enheduanna y de que, durante muchos siglos, en Extremo Oriente la cultura se reservara para las cortesanas mientras a la mujer sencilla se le enseñaba lo imprescindible para comprender las normas de conducta que se consideraban propias de su sexo.
Clara Janés nos descubre también que, según la situación social de la mujer en distintos lugares y épocas, la libertad podía hallarse en el encierro (las monjas) y la esclavitud en la alcurnia (las reinas) y que, en contra de lo que afirmó Simone de Beauvoir, hubo muchas mujeres guerreras, incluso órdenes de caballería femeninas.