El generalizado entusiasmo que suscitan ciertas series de televisión viene encontrando un terreno natural para su reflexiva prolongación en los textos que la editorial Errata Naturae se está encargando de publicar. Tras los dedicados a ‘Los Soprano’, ‘The Wire’ o ‘Juego de tronos’, no se ha hecho esperar el tributo a la primera temporada de ‘True Detective’, la impactante creación de Nic Pizzolatto. El subtítulo ‘Antología de lecturas no obligatorias’ nos advierte de que, además del oportuno análisis de la serie, se incluyen aquí una serie de textos de ficción y escritos filosóficos que, de alguna manera, pueden situarse en la génesis del sugestivo guión, o a los que se hace referencia en alguna parte del mismo. Se trata, pues, de una atractiva miscelánea en la que bucear en busca de alguna conexión oculta o una interpretación alternativa, o, simplemente, para dejarse llevar por el misterio de unos textos certeramente seleccionados.
En el Prólogo, el editor Rubén Hernández justifica la presencia de estas obras en su catálogo asegurando que “el territorio del relato serial es uno de los espacios creativos más importantes, influyentes y complejos de nuestro tiempo, en perfecto parangón con el cine y la literatura”; mientras que en la entrevista que le sigue, Pizzolatto resalta nuestra tendencia a interpretar la realidad como una narración de la que somos protagonistas, añadiendo que, en última instancia, su serie es un aviso de que “hay que tener cuidado con las historias que te cuentas”. Establece también un claro vínculo entre el gótico sureño y las historias inquietantes de la ‘weird fiction’, cuya concreción en la serie es uno de sus mayores aciertos; una relación ya insinuada en obras como ‘El diablo a todas horas’, la novela de Donald Ray Pollock, con su macabro santuario. Esa presencia del gótico americano se confirma con la inclusión de la idea de gracia, tan apreciada por la sureña Flannery O’Connor y que, ligada a la de culpa, deja entrever cierta posibilidad de redención para la pareja de detectives Rust Cohle y Marty Hart.
Pero no será en este último tipo de obras donde Iván de los Ríos, el otro coordinador del volumen, busque referencias intertextuales, sino en las de terror sobrenatural al estilo de Lovecraft, cuyo influjo cree incuestionable. Así, se incluyen, junto a uno del maestro de Providence, sendos relatos de Ambrose Bierce y Robert W. Chambers, ambos presentes en el apartado de ‘Los Precursores’ dentro de la selección que, allá por 1969, reuniera Rafael Llopis bajo el título de ‘Los mitos de Cthulhu’. La elección de estos últimos se hacía inexcusable por las referencias a la ciudad de Carcosa y al Rey de Amarillo en la serie; y la del cuento de Lovecraft la avala la presencia de los bosques y pantanos de Luisiana como ominoso escenario de ritos arcaicos.
La relación con las propuestas de Roberto Bolaño parece clara a partir del artículo periodístico que relata, con la minuciosidad que utiliza el chileno para los que acumula en ‘2666’, los crímenes reales en que se basa la serie, amparados por una arraigada corrupción policial. De ese autor se elige ‘El policía de las ratas’, del volumen ‘El gaucho insufrible’; nada más adecuado teniendo en cuenta la obsesión del roedor protagonista por atrapar a un congénere asesino en serie. Y para atender al componente policíaco de ‘True Detective’, una prueba de la maestría de Dashiell Hammett a través de su sangriento clásico ‘Ciudad de pesadilla’.
En la selección de textos tienen cabida, además, algunos de carácter filosófico, que vienen a dar cobertura teórica al escepticismo nihilista de Rust, y a una narración que, para Iván de los Ríos, presenta el mal a tres niveles: el metafísico (horror cósmico), el físico (crímenes de novela negra) y el psicológico (la locura del otro como espejo). Tres niveles de deriva moral que se corresponden con otros tantos estratos de realidad: “el universo, la comunidad y el yo”.
Según De los Ríos, “la pérdida, la herida y el trauma son el auténtico trasfondo” de una historia en la que caben el “pesimismo metafísico” y el “optimismo moral”, porque “no hay otra libertad que la posibilidad de dejar ago el lastre de las historias que nos constituyen a cada uno”.