“Sueñe lo que sueñe, siempre me quedo donde estoy” escribe Pessoa en este libro que, me temo, está condenado a ser eterno por cuanto no solo lleva manteniendo su perfecta vigencia para el pensamiento desde que ha sido escrito, sino que, con el pasar del tiempo, parecen ser más las voces autorizadas de los lectores que lo confirman.
Es un libro poliédrico, extenso e intenso. Es un libro hecho de sueños y de realidades concretas. Aquí parece que todo el ser humano (todo el interior del ser humano, pues él, el poeta, observa desde dentro) tiene lugar, tiene cabida. Al paso de su lectura, sea el pasaje que fuere (se trata de un libro elaborado esencialmente de pasajes, de fragmentos, si bien la conclusión es que se trata de un libro perfectamente unitario) cabe preguntarse si alguien, algún lector, podría llegar a plantearse: ¿pero, en verdad, podría decir que este fragmento, este pensamiento no hace alusión también a mí? Salvo, tal vez, en los textos descriptivos, pero aún en estos; por la forma que tiene el autor de describir, por la forma de mirar, es difícil sustraerse al embrujo que uno siente como hipotético observador propio, como co-protagonista.
“Ah, y de nuevo, como la protesta continua de quien no se ha quedado convencido, oigo el alarido brusco de la lluvia chapoteando en el universo aclarado. Siento frío hasta en los huesos imaginados, como si tuviese miedo. Y agachado, nulo, humano conmigo a solas en las pocas tinieblas que aún me quedan, lloro. Sí, lloro, lloro de soledad y de vida, y mi pena fútil como un coche sin ruedas yace junto a la realidad…” Ahora bien, no juzgue el lector que por el contexto de esta frase estamos ante un hombre deliberadamente triste. No, creo que no. Se trata, antes bien, de un hombre, un escritor que observa, escruta y analiza la realidad hasta el interior más profundo –de ahí su trascendencia-, pero lo hace a la vez, también, con ironía, con un cierto sentido de la distancia, por no decir del humor.
En otro fragmento especulativo, luego de una disquisición acerca de la forma literaria, es capaz de escribir: “Pero, ¿y qué tiene esto que ver con aquello que estaba pensando? Nada, y por eso me permito pensarlo”
Nada es, en tantas ocasiones, el destino del hombre cuando piensa en sí con propiedad; nada es cuanto soñamos en la medida que no tiene un sustento real. Sin embargo nada es también la libertad, la capacidad de atender distendidamente hacia lo cotidiano. Es como reconocer, al fin, que nada y todo son, al fin, una misma cosa a sabiendas de cuanto el tiempo ha de venir a significar para nosotros. Pero en medio está la vida; eso es lo que importa, y eso es lo que ocupa y pre-ocupa a este sabio y solitario poeta que nos propicia en sus textos tanta fecunda compañía.
Poeta portugués que introdujo en la literatura europea el modernismo portugués, pero que sólo alcanzó reconocimiento tras su muerte en Lisboa, en 1935. Pessoa nació en Lisboa, pero durante su infancia viajó a Durban, en Suráfrica, donde su padrastro era cónsul, había perdido a su padre con 5 años y su madre se casó en segundas nupcias. El inglés se convirtió en su segunda lengua: fue bilingüe y trabajó como traductor técnico; publicó sus primeros poemas en inglés. Al tiempo que trabajó como traductor se convirtió en el principal foco estético de la vanguardia portuguesa y colaboró en diversas publicaciones como Orfeo, órgano de la literatura vanguardista. Influido por la filosofía de Schopenhauer y de Nietzsche, y por los simbolistas franceses, introdujo en su país las corrientes literarias en boga de la época; desde el modernismo al futurismo. No publicó poesía en portugués hasta un año antes de su muerte, cuando apareció una colección de poemas firmados con diferentes nombres, como si fueran distintos alter egos. Es la suya una obra que verdaderamente puede decirse que representa todos los aspectos diferentes de la personalidad del poeta con su completa variedad de voces y diferentes estilos individuales. Después de su muerte han aparecido sus Obras Completas publicadas con diferentes nombres. I-Poesías, 1942, de Fernando Pessoa; II-Poesías, 1944, de Alvaro de Campos; III-Poemas, 1946, de Alberto Caeiro; IV-Odas, 1946, de Ricardo Reis; V-Mensajes, 1945; VI-Poemas dramáticos; y VII y VIII-Poesías inéditas. Destaca también El libro del desasosiego (aparecido en 1982), que inició el poeta en 1912 y que se compone de aforismos, divagaciones y fragmentos de su diario
Ficha técnica
496 páginas 27€
El Libro del desasosiego es una de las obras literarias más importantes del siglo XX. Obra maestra póstuma, retrato de la ciudad de Lisboa y de su retratista, se compone de cientos de fragmentos que oscilan entre el diario íntimo, la prosa poética y la narrativa, en un conjunto fundamental para comprender el lugar de Fernando Pessoa en la creación de la consciencia del mundo moderno. En esta nueva edición, Jerónimo Pizarro, reconocido estudioso pessoano, vuelve a las fuentes de los textos que Fernando Pessoa pretendía incluir en el Libro del desasosiego.
De ahí el nuevo corpus y la nueva organización de la obra, las mejoras en la lectura de casi todos los fragmentos, las notas dedicadas a aclarar referencias literarias y decisiones editoriales y, por último, la nueva definición del canon de la autoría de este libro inmenso..