Estamos ante una novela en la que Vázquez-Figueroa ha “desnudado” su conciencia. Después de más sesenta novelas y veinte títulos más de memorias y libros de viajes, el autor ha escrito sobre todo tipo de temas polémicos y denunciado abusos e injusticias como el tráfico de esclavos, la explotación infantil o el hambre que mata a millones de niños africanos. Pero lamenta que nunca había comprendido que muchas de esas muertes podrían haberse evitado.
Esta novela, además de un trepidante thriller que retoma los personajes de “Medusa” y se adentra en terrenos como el espionaje, la corrupción política y las nuevas tecnologías, nos ofrece por encima de todo un descarnado retrato sobre un mundo en el que “ochocientos cuarenta y dos millones de personas en el mundo no tienen suficiente para comer. La desnutrición mata a más de dos millones y medio de niños cada año. Sesenta y seis millones de niños van todos los días con hambre a la escuela”. Ante estas cifras, la trama de la novela queda en segundo plano para dar protagonismo a una propuesta esperanzadora: “resulta posible alimentar a esos millones de hambrientos con mucho menos esfuerzo y un poco más de sentido común”.
Poniendo el foco en África, en la zona del Sahel, el autor señala cómo la FAO y UNICEF se están equivocando y toda su ayuda humanitaria va mal encaminada. Con la lucidez y la valentía características de un autor cuyas novelas trascienden el terreno de la ficción para aportar soluciones prácticas a los problemas actuales y denunciar situaciones injustas y problemáticas sociales, la novela muestra cómo la ayuda humanitaria no consigue disminuir el problema del hambre sino multiplicarlo.
No basta con la buena voluntad si no somos eficaces, esta novela nos ofrece algo más que un relato trepidante, nos ayuda a comprender que “no es cuestión de hacer milagros, sino de utilizar unos medios que la naturaleza ha puesto a nuestro alcance y que están deseando ser aprovechados”. ¿Y la trama? Muy interesante y entretenida, bebiendo de la más rabiosa actualidad con temas como la superpoblación, el ISIS, la desaparición del avión de Malaysia Airlaines y denunciando abusos como los intereses detrás de los conflictos armados, las guerras energéticas, la inutilidad de las “energías alternativas”, el lucrativo negocio del agua embotellada o los inquietantes errores de construcción de los cruceros con ejemplos como el accidente del Costa Concordia.
Y si a todo ello le añadimos ironía y toques de humor, ya tenemos nuevamente a Alberto Vázquez-Figueroa en toda su esencia, imprescindible para todo aquel que tenga un mínimo de conciencia y sentido común. Nadie puede resistirse a una novela cuyo autor afirma que “ha encontrado un camino que puede llevar a la solución para reducir el hambre en el mundo” y realiza una propuesta valiente para no desaprovechar los esfuerzos que se están realizando y enfocarlos hacia el camino correcto.
un libro que debían de leer todos los que tienen el poder en este mundo aparte cuántos más lean este libro mejor a ver si se hace por fín realidad ese sueño de tanta gente ” acabar con el hambre” muy bueno