Guillermo Galván es un escritor que se crece en las distancias cortas. También el autor es experto en tramas psicológicas, de lo cual esta novela es un buen ejemplo. Novela que, por cierto, ha recibido el XXXIII Premio Felipe Trigo de Narración corta. Hace diez años Galván había obtenido otro premio Felipe Trigo –en este caso, de novela- con “De las cenizas”. Este es texto en el que la lectura se hace de un tirón, las palabras están usadas de modo exacto, no sobra ni una; la acción, sin ser aparatosa, es suficientemente ágil y atrapa al lector.
Thriller psicológico, pues, con eje literario: literatura sobre literatura, rizando el rizo en torno a la figura del autor, y moviéndose, como en Cuida de Chester,( Evohé, 2013), novela con la que guarda muchas semejanzas, entre la realidad y la ficción, entre la cordura y la locura. La narración está dividida en tres partes: Primer aullido, Acecho y El aliento en la nuca. Todos ellos títulos inquietantes, y aún más inquietante será el desarrollo de la acción, porque no podremos imaginar cómo se va a ir desenrollando la conflictiva madeja que los personajes han urdido a lo largo de los años. No podemos creer que hayan complicado hasta límites insospechados un hecho aparentemente simple: dos amigos escriben –a cuatro manos- historias que firmarán con un solo nombre: Guillermo Chao.
Luismi y Pablo, cuyas vidas y caracteres son polos opuestos, se ponen de acuerdo en crear un personaje al que hacen pasar por autor de las obras que ambos escriben, en connivencia con un amigo editor, Mario. Solo ellos tres –ni siquiera la esposa de Luismi lo sabe- conocen la ficticia identidad de Chao, y se ocupan de que nadie más la conozca, haciéndole pasar por un tipo a lo Salinger, que ni se deja fotografiar, ni entrevistar, y solo de modo muy controlado se publicitan sus obras. Sin embargo, las obras resultan ser buenas, y se venden bien, con lo que se crea una situación en la que todo parece ir sobre ruedas: lo que comienza como un divertimento se convierte en un hecho notable…hasta que empiezan los problemas. Por lo pronto, el único testigo de la farsa, Mario, tiene un accidente y muere. Luego…mejor, lean el libro. Porque les aseguro que no pueden ni imaginarse cómo va a acabar la historia.
Efectivamente, con las diferencias obvias, tiene esta narración mucho que ver con “Cuida de Chester”, en la que desarrolla también una trama de intriga psicológica donde en ese caso son dos mujeres, dos amigas, las que tejen la madeja. Vemos, pues, una serie de temas que se mezclan y que van surgiendo en la narración: identidad/duplicidad o bipolaridad; la borrosa frontera entre realidad y ficción; el tema del autoría, la creación literaria…¿Qué es lo que hace de alguien un escritor? ¿Proyecta el escritor su yo en lo que escribe o más bien extrae un yo nuevo, oculto, casi un “ello” freudiano? ¿Qué nivel de realidad tiene un personaje literario? ¿Cómo percibe el lector a los personajes de una novela? ¿Hasta qué punto un personaje puede reflejar al autor? ¿En qué consiste realmente, la creación literaria? ¿dónde acaba la genialidad y empieza la locura? ¿Es la creación una forma de psicosis?
Demasiadas preguntas para una novela corta, dirá más de uno. Quizá, pero las preguntas surgirán tras la lectura, que, además de hacer pasar al lector un buen rato y seguirla con interés, le hace reflexionar un poco, mientras digiere lentamente lo que acaba de consumir, literariamente hablando.