Como los célebres escritores extremeños contemporáneos, Miguel Ángel Carmona usa el apego a la tierra, su idiosincrasia, su morfología, sus peculiaridades climáticas para modelar su relato. Esa aridez medioambiental y emocional expuesta en la brutal “Intemperie” de Jesús Carrasco o el costumbrismo rural de “La Balada del Abuelo Palancas” de Félix Grande, asoman en la novela de Miguel Ángel bajo su propia mirada y al servicio de una historia ramificada en la de los once personajes que la vertebran.
La novela tiene un arranque estimulante en el que los personajes llamados al retorno a su pueblo natal son presentados individualmente con una exposición de sus circunstancias vitales, que recuerda al de la serie televisiva “Perdidos”, cuando en cada capítulo contaba la historia de un personajes en crisis y por tanto candidato ideal para iniciar una nueva vida en un lugar exótico y enigmático, en un Shangri-La liberador. Personalmente me encantan las historias con esa premisa, y el principio de “La Dignidad Dormida”, cuando todavía no se sabe que cariz tomará la aventura de Fuentespejo, me ha traído a la memoria la
novela de Trias de Bes, “La historia que me escribe” o aquel relato de Aickman, “El vinoso ponto”, recopilado en “Cuentos de lo extraño”, historias en las que lugares recónditos y misteriosos encerraban una forma diferente de vida.
Sin embargo esta novela está escrita desde postulados que tienen más que ver con el realismo, puesto al servicio de la contemporaneidad y basado en una historia que no renuncia al matiz filosófico e ideológico. Los personajes que confluyen en Fuentespejo son los desheredados de una sociedad voraz, competitiva y excluyente en un contexto de crisis económica y moral. De repente encuentran una esperanza en la vuelta al pueblo que emerge de las aguas tras años sumergido por la codicia. Esa esperanza hace que la mirada retrospectiva del autor diseccione una sociedad que ha conducido a estos fuentespejanos a la desesperación, y por tanto encierra una crítica de primer orden a un sistema que en nuestro país empezó a ser cuestionado justo después de escribirse esta novela por el movimiento del 15M.
Si tuviéramos que vislumbrar una aportación de la novela frente al conflicto social, que persiste años después y parece que será duradero, parece que ésta tiene que ver con los postulados de la teología de la liberación o del cristianismo más humanista y por tanto díscolo con los mandatos de la iglesia católica. Todo lo que ocurre en la novela está propiciado por el padre Antonio, exsacerdote, instigador del retorno y pionero en atisbar esa esperanza que todos han perdido. El personaje está en constante crecimiento durante la trama: su sensatez, su carácter conciliador, su bonhomía, su talante democrático, su liderazgo empático capitaliza la esencia de la solución que supone la vuelta a Fuentespejo, y por tanto se convierte en la principal aportación para combatir los desmanes del sistema
Ésta es la tercera novela de Miguel Ángel Carmona, joven escritor pacense que dice querer defender la potencialidad de los sueños como instrumento reparador de nuestra tragedia personal. Desde luego en esta novela aporta una buena muestra de ello. Fue un placer acompañar a estos personajes en su periplo hacia un destello de justicia social. En este grato tránsito, yo también me sentí un poco fuentespejano.