Ya desde entonces no tuve
quien me prestase calor
que el fuego que ella encendía
aterido se apagó.Ya no tuve desde entonces
una cariñosa voz
que me dijese: ¡hija mía,
yo soy la que te parió!(fragmento del poema A mi madre, de Rosalía de Castro)
Vivía en un país sin voz propia y ella fue la primera en encontrar el nombre de las cosas, el nombre de nuestras cosas. La publicación de su obra Cantares Gallegos, el 17 de mayo 1863, significa el punto de partida del Resurgimiento de las letras gallegas. Por este motivo, desde 1963, se celebra cada año, precisamente el 17 de mayo, el Día de las Letras Gallegas, para homenajear a aquellas personas que destacasen por su creación literaria en idioma gallego o por su defensa de dicha lengua.
Fue su esposo Manuel Murgía quien animó a Rosalía a seguir escribiendo y el responsable de la publicación de los Cantares Gallegos. Él le entregó al impresor vigués Juan Campanel el manuscrito rosaliano. Obra impregnada de costumbres populares gallegas, de sentimiento pero también de crítica por la situación de un pueblo gallego que emigra, que es explotado en tierras extranjeras. La poetisa reivindica los valores de justicia social. Libro de poemas a quien la autora dedicó a Fernán Caballero, “por haberse apartado algún tanto, en las cortas páginas en que se ocupó de Galicia, de las vulgares preocupaciones, con que se pretende manchar mi país”.
Cantó la Alondra y ya todo fue distinto. Era Galicia, por aquel entonces, un país totalmente analfabeto en su idioma pero aún así, sus versos muy pronto fueron citados, amados, recitados y recordados.
Gentes muy diversas de nuestra tierra, las humildes en primer lugar, intuyeron la belleza y la grandeza de la hazaña: una mujer poeta, una mujer huérfana en la niñez, una mujer de poca salud y agobiada por las penas. Algún tiempo después, la gratitud y la devoción hacia esta grandísima figura de nuestras letras, esbozaba el comienzo de un mito. Y aquella voz primaveral y orientadora se sumerge, años más tarde, en 1880, en el libro Follas Novas.
Éste sería su último libro de versos publicado por Rosalía en idioma gallego. Es calificada como su obra más rica y profunda. Tiene como trasfondo una notable intención social, que se manifiesta en la denuncia que la autora hace de la marginación del sexo femenino, de los niños huérfanos y de los campesinos, especialmente de aquellos que se habían visto en la obligación de emigrar ante las pésimas expectativas económicas del país.
Escritora de expresión rica en registro, musa polifacética, espíritu torturado, voz reveladora en tantas ocasiones, ya en la antesala de su fallecimiento publica el libro En las orillas del Sar, escrito íntegramente en lengua castellana. Nadie, hasta estas fechas, se había asomado a territorios tan graves del espíritu humano. Insiste en las ideas del sufrimiento como eje de la existencia humana y en la de la muerte. Son poemas desesperanzados. Este poemario es, sin duda, una de las cimas de la poesía española del siglo XIX, sin dejar por ello de tener actualidad y agradar su lectura hoy, pues sus temas son atemporales.
Una Rosalía que llegará a conocer a Gustavo Adolfo Bécquer, considerándose a ambos como los representantes del Romanticismo tardío.
Pero Rosalía no es todo poesía. También escribe narrativa, aunque no de la misma calidad de sus poemas. La hija del mar (1859) , en la que se desenvuelve el tema del temperamento femenino, tratándose de un relato de marcado carácter reivindicativo en el que dos mujeres intentan defender su honra en medio de un ambiente predominantemente femenino, y El caballero de las botas azules (1867), de marcado tono costumbrista, que tiene como objetivo el satirizar tanto la hipocresía como la ignorancia de la sociedad madrileña de la época, puede que sean sus obras en prosa más conocidas. Toda sus relatos serían escritos en español.
No quería terminar este monográfico sin olvidarme de la llamada Ruta Rosaliana. Comienza en la plaza de Vigo, en Santiago de Compostela, junto al monumento que el Ayuntamiento le dedicó en el año 1982. En la confluencia entre el río Sar y el riachuelo de Roxos se señala el punto de partida por las tierras de Ames. La ruta lleva hasta Ortoño, donde está la casa paterna de Rosalía. Continúa hasta Bastavales, y Padrón, pueblo al que cuya visita merece la pena. Se prosigue viaje hasta la casa de La Matanza, hoy museo, donde Rosalía vivió sus últimos años. Finaliza el itinerario en Iria Flavia y ya, de regreso a Santiago, termina el recorrido en San Domingos de Bonaval, donde se encuentra el mausoleo de la poetisa, así como el Museo del Pueblo Gallego y el Panteón de Gallegos Ilustres.
Fuentes: Diario Digital Certo.es, Real Academia de la Lengua Gallega,
Wikipedia, Fundación Manuel María, Casa Museo Rosalía de
Castro, www.monografías.com
Galaico