Este último precisamente ha sido galardonado recientemente con el Premio Booker por su obra “The sense of an ending”. Casi en paralelo se ha publicado en castellano una nueva colección de relatos bajo el nombre de “Pulso”. Un formato, pese a ser menos habitual en su producción, en el que ha demostrado su capacidad para desenvolverse con gran talento, como ya quedara patente en “La mesa limón”. LEER MÁS
En “Pulso”, un perfecto título precisamente por el significado de coordenada vital que tiene la palabra, hay un tono relativamente más dramático de lo habitual, la muerte está muy presente, tanto en el sentido de pérdida como también en la necesidad de adaptarse a la nueva situación sin la otra persona. Sensaciones que se suman a la habitual de pérdida que desprenden los escritos del inglés, ya sea representada en el paso del tiempo o en la incapacidad para alcanzar los deseos.
Una buena parte de los relatos tendrán como eje central la relación de pareja, un “leitmotiv” del que se partirá pero que nos llevará hacia sensaciones más amplias. En una primera parte nos encontramos con relatos como “Viento del este” o “Invasión de la propiedad privada” en los que los fantasmas o errores del pasado, según el caso, siempre se hacen visibles echando por la borda lo que en un principio era ilusión. “El universo del jardinero” mostrará un matrimonio aparentemente feliz que llega a ese estado a base de monotonía y de mitigar sus pulsiones.
En un tono más jocoso se desenvuelven dos relatos en los que la amistad es el centro de ellos. “En la cama con John Updike” muestra la peculiar relación, que aglutina desde la necesidad hasta la envidia, entre dos escritoras de agitada vida. “En casa de Phil y Joanna”, dividido en varios capítulos, refleja las conversaciones entre un grupo de amigos que se reúne para tratar de lo humano y lo divino y en el que aparece también una idea recurrente en el autor, la del significado de “ser inglés”.
“Las líneas del matrimonio” es uno de los puntos más emotivos y donde nos encontramos de manera más contundente con el tema de la muerte, en este caso el fallecimiento de la mujer de un hombre, una recreación que todavía alcanza un tono más impactante sabiendo la situación que el propio escritor vivió hace unos años, y que con maestría refleja la sensación de pérdida y el largo camino que se avecina para asumir el hecho.
Además el relato hará de conector con una segunda parte del libro, la más interesante y donde alcanza toda su envergadura tanto en lo temático como estilísticamente, en la que destacan 2 características, una más evidente que otra, como son que cada narración corresponde a uno de los 5 sentidos y la dificultad que se expresa en todos ellos a la hora de recordar o recrear algo que no se ha vivido en primera persona o que el paso del tiempo ha desfigurado su recuerdo de alguna manera.
En “El retratista” el protagonista es un pintor sordomudo que se las tendrá que ver con un duro cliente y que sirve como medio para reflexionar sobre la capacidad del artista para alterar la realidad y dónde están los límites de la libertad del creador. “Complicidad”, uno de los más oníricos, tiene el tacto como eje de su estructura y las apariencias y las ilusiones son parte esencial. Idea que también está presente en la más humorística “Carcasona”, por donde aparece Garibalidi (el libertador italiano) y en el que se pone en cuestión la veracidad o el aspecto que se les otorga a los sucesos. La familia será el elemento común en “Armonía” y “Pulso”. En la primera, ambientada en épocas pretéritas, el intento de curar una enfermedad por medio del magnetismo encubre la represión que vive una niña. La relación familiar, en la segunda, se entrelaza con la marital en otro relato de fuerte carga emotiva debido a la aparición de nuevo de la muerte.
Julian Barnes consigue una vez más, usando sus habilidades habituales, llegar a una profunda reflexión sobre lo endeble de la condición humana. Partiendo de la cotidianeidad alcanza cotas realmente profundas en esta recopilación que quizás no cuente con la enjundia del brillante “La mesa limón” pero sí con una indudable calidad que se convierte en una nueva confirmación de las enormes virtudes del escritor.
Kepa Arbizu