Menos conocida que Madame de Stäel, pero en una línea semejante, Madame de Salm publica poemas en revistas literarias como el Almanach des Muses, es la primera mujer admitida en el Lycée des Arts, y podría encarnar perfectamente la Corinne de la Stäel. Como Laura Freixas destaca en el postfacio, esta novela se inscribe en la tradición comenzada con La princesa de Clèves, (1678),de Mme. de Lafayette, tradición en la que destacan otras famosas obras epistolares y en el que la pasión amorosa y los celos son tema principal, como las Cartas (1734-7) de Mme, de Sevigné, o Las amistades peligrosas (1872) de Ch. Laclos, Asimismo, la obra de Madame de Salm puede verse culminada, -según Freixas– en el mismísimo Proust, concretamente en Albertine desaparecida.
En un breve texto introductorio, la autora, en la dedicatoria, le cuenta los motivos que le llevaron a escribir esta obra tan diferente de las anteriores, y cómo fue su realización. La finalidad de la obra es moralizante; Madame de Salm quiere mostrar del modo más evidente posible, el grave tumulto que organizan las pasiones en el cerebro humano, sobre todo en el femenino, trastocando todo orden lógico y razonable de juzgar los hechos. La imaginación desbordada causa una profunda perturbación, cercana a la locura. El vaivén pasional, que observamos entre una carta y otra, según su emoción va en aumento o va conociendo nuevas informaciones que la perturban aún más, lleva a la protagonista hasta el borde de la muerte. El sistema de comunicación de los amantes, mediantes billets o notas, entregadas en mano por mensajeros fieles, hacía que la vida de una mujer dependiera de si recibía o no el billet acostumbrado o si las noticias eran buenas o malas. La protagonista está perdidamente enamorada de un hombre que la corresponde, pero que necesita asentar su situación económica y social antes de comprometerse oficialmente. Unos hechos de ambigua interpretación dan pie a que la dama amada desboque sus celos, que durante veinticuatro horas llegan hasta el más alto límite de la locura, haciéndole cometer imprudencias peligrosas que podrían haberle acarreado una grave desdicha.
En las cartas, la autora desgrana y entremezcla reflexiones muy razonables sobre las pasiones, la relación hombre-mujer, y la posición de la mujer en la sociedad. Sin embargo, el final es convencional, la situación se resuelve de modo tradicional. Queda claro que la intención de Madame de Salm es puramente moral, un “aviso” a las demás mujeres de la esclavitud que supone una pasión y de la libertad que su dominio nos conlleva.
La edición de Funambulista y la traducción, impecables.
Ariodante
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He visto la versión teatral, con Kitty Manver. Me pareció un tipo de drama poco atractivo para el público actual. ¿Un precedente de Tennessee Williams y de “La voix humaine”? Horrible sensación de “déja’ vu”.