El montaje de la obra teatral shakespeariana sirve de excusa para diseccionar no sólo el cerrado mundillo de la farándula, sino el mundo de los pequeños pueblos, donde todos se conocen y donde cualquier hecho mínimamente diferente o sobresaliente es capaz de alterar la vida cotidiana y sobresaltar o entretener a sus aburridos habitantes. También es la excusa para poner en contacto a personas que han vivido encerradas en su propia vida, como el profesor de matemáticas Mackilwraith, un apocado cuarentón soltero que de pronto decide participar como actor, sorprendiendo a todos con su propuesta. O la exhuberante jovencita apodada –por razones obvias- El Busto, a la que el hecho de tener un papel en la obra le extrae una faceta desconocida.
El revuelo masculino creado alrededor de Griselda, la atractiva hija del dueño del jardín donde se realizará la obra teatral y las relaciones de Solly Brigdetower con su inestable y absorbente madre, siempre preocupada por el peligro amarillo, como la relación de la pobre Pearl Vambrace con su abrumador e insoportable padre son otras de las situaciones mostradas. El engreído y apuesto Roger Tasset, mujeriego finalmente atrapado en las redes femeninas. O el enloquecido músico Cobbler, que tiene unas salidas desmadradas y divertidísimas; el pobre jardinero galés Tom, que sufre con el destrozo que los actores están realizando en el jardín, como sufre, aunque de otro modo, el dueño del jardín, el señor Webster, padre de Griselda y la adolescente Freddy, cuya particular destilería vinícola en el cobertizo provoca reacciones encontradas. La organizadora e incontrolada Nelly Forrester, directora del Joven Teatro, encuentra la horma de su zapato al atraer a su vieja amiga Valentine Rich, profesional del teatro en Nueva York para dirigir la obra.
Los ocho capítulos van aumentando su ritmo hasta el clímax final en el que se estrena la obra y se producen situaciones delirantes. Conflictos amorosos entrecruzados provocan el paroxismo de Mackilwraith, y la interacción de los diversos componentes del grupo en el momento final tiene momentos francamente divertidísimos. Todo este conjunto produce el torbellino al que aludíamos en un primer momento. Una turbulencia simpática, mirada con un finísimo humor y deliciosamente escrita –y espléndidamente traducida- que se lee de un tirón.
Ariodante
Es poco habitual que leamos de un autor importante su primera novela despues de haber disfrutado de sus posteriores y portentosas trilogias, pero a sus demas libros los esperamos como agua de mayo. Otro aciertode Libros del Asteroide.