Pues bien, en la novela aún no se ha llegado a eso. España continúa bajo la mano firme de El Caudillo, la gente sale adelante como buenamente puede, peseta a peseta, las obras del metro continúan, los bocadillos de calamares son los reyes del tapeo; Dominguín el rey del toreo, y los partidos de fútbol retransmitidos por la radio reúnen al público en los bares con gran jolgorio. La formula romana panem et circenses sigue vigente.
La mirada de los hombres siempre se ha dirigido al cielo: desde los pitagóricos, que hablaban de la música de las esferas, los babilonios prediciendo eclipses, hasta las investigaciones espaciales que llevaron el hombre a la Luna, siempre hemos mirado a las estrellas con interés. Y en esta novela también. La trama, construida a partir de un hecho real, una información en un No-Do de 1956 donde científicos españoles afirman del increíble descubrimiento de agua en Marte, está centrada en unas investigaciones astrofísicas organizada en secreto por miembros afectos al Régimen con colaboración de científicos alemanes venidos a España desde sus escondites sudamericanos tras la pérdida de su guerra. Trabajan en el Observatorio Astronómico del Retiro, y allí es confinado nuestro protagonista, Silvano Cervera, brillante estudiante de Físicas que se ve envuelto en un buen lío por culpa de unos malos versos. Mezcla de comedia policíaca, espionaje, costumbrista y ciencia-ficción (o mejor, ficción científica), parcialmente en la línea del Eduardo Mendoza de El laberinto de las aceitunas o La cripta embrujada, la novela capta en seguida nuestro interés y nos sentimos atraídos por los problemas del pobre Silvano, caído en un nido de avispas sin comerlo ni beberlo, atrapado en redes misteriosas sin posibilidad de escapar, y que se las tiene que ingeniar recurriendo a la picaresca –muy española, por otra parte- para dar un giro copernicano a su posición.
Silvano es muy joven aún; propicio a la aventura y al amor, pero sobre todo, a la amistad. Y la amistad es lo que lo salva y lo que permanece, si se me permite decir mi opinión. La amistad con Paquito el tarambana, remembranza del abuelo del autor; con Muhammad el moro; con la dulce y sencilla Sara, aunque teñida de amor, pero amistad al fin; con la inteligente, distante pero atractiva Ángela; con el comunista teórico Fernando; y finalmente, la amistad con Adela, que le lleva maternalmente a su iniciación al sexo, salvándole de su soledad y aislamiento, ya que no sólo de ideas o bocadillos de calamares vive el hombre, y menos un joven ardiente y fogoso.
En fin, la novela se sigue con mucho interés, el lenguaje de la época está cuidadísimo, -rescatando palabras ya en desuso pero muy comunes en aquellos días- y la trama rocambolesca y disparatada es la excusa –el macguffin, diría Hitchcock- para mostrarnos otras muchas cosas sobre la vida y sobre cómo estaba el país en aquel entonces. Sumergidos en la narración, seguimos el ritmo hasta el final, ritmo llevado con pericia y manteniendo muy bien el tempo. Dándonos un respiro con breves pausas, pero retomando inmediatamente la enloquecida carrera que lleva a la explosión final. Entretenida, pues, bien escrita, con pretensión de dar una mirada más normalizada y con un toque de humor a una época que pertenece a nuestro pasado colectivo.
Ariodante
Interesante reseña para una obra de un novelista de raza, como es José Vicente Pascual. Seguro que compraré el libro y lo leeré con muchísimo placer.