Parece que la concesión del Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa ha permitido a Alfaguara reeditar el conjunto de su obra y al autor rescatar del fondo del cajón estas Cartas a un joven novelista. Este breve ensayo sobre el oficio de la ficción con forma de intercambio epistolar se escribió allá por el año 1997 y viene ahora a engrosar la larga lista de publicaciones del flamante Premio Nobel. Tal y como aclara el autor, su redacción llevó pocos meses, pues aprovechó notas y apuntes previos que habían servido para cursos y seminarios, y se hizo a sugerencia de un editor que se proponía publicar una colección de consejos para escritores noveles, un manual de escritura para jóvenes con ansias de fama literaria. Pese a que el proyecto conjunto nunca llegó a ver la luz, este volumen es exactamente eso. LEER MÁS
Vargas Llosa nos ofrece diversas reflexiones en torno a la condición de escritor, afirmando, entre otras cosas, que el novelista es un dinamitero secreto del mundo que habita, alguien que «se abandona a la elucubración de vidas distintas a aquella que vive en la realidad para manifestar de forma indirecta su rechazo y crítica de la vida tal como es». Por tanto, la intranquilidad frente al mundo real que alienta la buena literatura puede traducirse «en una actitud de rebeldía frente a la autoridad o las instituciones establecidas». Vargas Llosa habla de la elección del escritor como de una servidumbre libremente elegida: lo vivido es la fuente que irriga las ficciones, pues lo químicamente puro no existe en el dominio literario. Semejante al catoblepas, animal mítico que devora su propia carne, el narrador se nutre de sus experiencias.
A lo largo de estas páginas, Llosa analiza la separación entre fondo y forma, aconseja sobre la búsqueda de un estilo propio, da pistas sobre la elección del punto de vista de la narración, examina las diversas posibilidades que ofrecen espacio y tiempo en la novela y el nivel de realidad que la enmarca. Repasa también, a modo de ejemplo, grandes obras de autores tan dispares como Flaubert, Hemingway, Cortázar, Kafka o Joyce. Las lecturas de de estos maestros son impecables (no esperábamos menos), pero las epístolas supuestamente dirigidas al joven novelista aparecen entonces como una mera excusa para el despliegue de la sapiencia del autor.
En fin: en Cartas a un joven novelista no se revelan grandes secretos y la vocación literaria es tratada desde un punto de vista quizá demasiado romántico y decimonónico, pero no deja de ser un libro didáctico para aquellos interesados en una introducción ligera a la estructura básica de la novela.
A lo largo de estas páginas, Llosa analiza la separación entre fondo y forma, aconseja sobre la búsqueda de un estilo propio, da pistas sobre la elección del punto de vista de la narración, examina las diversas posibilidades que ofrecen espacio y tiempo en la novela y el nivel de realidad que la enmarca. Repasa también, a modo de ejemplo, grandes obras de autores tan dispares como Flaubert, Hemingway, Cortázar, Kafka o Joyce. Las lecturas de de estos maestros son impecables (no esperábamos menos), pero las epístolas supuestamente dirigidas al joven novelista aparecen entonces como una mera excusa para el despliegue de la sapiencia del autor.
En fin: en Cartas a un joven novelista no se revelan grandes secretos y la vocación literaria es tratada desde un punto de vista quizá demasiado romántico y decimonónico, pero no deja de ser un libro didáctico para aquellos interesados en una introducción ligera a la estructura básica de la novela.
Elisabeth Falomir
Título: Cartas a un joven novelista | Autor: Mario Vargas Llosa | Editorial: Alfaguara | Páginas: 144 | Precio : 16€ |