Los límites entre locura y cordura son muy difusos en el caso de los artistas y lo que llamamos genios, la locura siempre roza la genialidad. A veces, es un fenómeno de ida y vuelta y a veces, no. En el caso de Robert Walser, paulatinamente fue alternando entre un polo y otro y llegado a un punto, se sumergió definitivamente en ese profundo pozo de ensimismamiento interior que le desmarca de la vida.
La obra, que se enmarca en el conjunto de su breve producción, es una novela atípica: en realidad, es un monólogo interior, un diario mental que el joven protagonista Jakob, procedente de una familia de alcurnia, lleva desde que ingresa en una escuela privada, el Instituto Benjamenta, regentado por dos hermanos, a cual más críptico y misterioso. Las ideas generales de Walser salen a flote constantemente: el derecho a la pereza, al anonimato, al vagabundeo, el deseo de cortar con toda la cultura que nos rodea y marchar hacia un desierto donde poder vagar impunemente…la transición constante entre el sueño y la vigilia, entre sus ensoñaciones, cargadas de connotaciones crípticas, y su mirada hacia sus compañeros, hacia sus profesores, hacia lo que se supone que es el mundo que ha de acogerle al terminar sus estudios. El deseo de cortar con la familia, con sus padres, con su casa y su jardín, aunque sustituido por la relación con el hermano mayor, que cumple el rol de mentor, también define sus posiciones. Walser, según Luigi Amara en un artículo sobre él en Letras Libres, se interesa por las cosas sencillas, ordinarias, fugaces; por esa concatenación imprevista de minucias que a causa de su fluir y evanescencia invocan una mirada igualmente inestable y contraria a toda pedantería; una mirada que las haga brillar por unos segundos para dejarlas después perderse, irremediablemente, abismadas en su futilidad, hundiéndose en la corriente del hábito que todo lo enmohece y degrada.(…)sellando así una de las más singulares alianzas entre los motivos para escribir y las razones para la vida: la alianza entre la literatura, entendida como paseo, y el paseo como única forma de vida.)
El libro, muy breve, en sus apenas ciento veintiséis páginas, se nos hace una lectura ligera a la vez que nos deja pensativos, nos hace reflexionar sobre las ideas que destila, sobre ese mundo interior que ha salido a la superficie, flotando sobre aguas mansas como Ofelia, con su mirada perdida y sus brazos oferentes.
Ariodante 2010