1Q84 es un libro de fantasía…claro, fantasía al estilo de Murakami. A dicha fantasía, el japonés tiene acostumbrados a sus seguidores en las últimas décadas. El grado de divergencia con la realidad del primer libro es una de sus claves, nunca se aleja demasiado, corre paralela a la misma dando algún que otro latigazo que deja descuadrado al lector, pero siempre es sostenible, nunca llega al extremo de “El fin del mundo”. LEER MÁS
Aomame simula ser monitora de gimnasio mientras en su interior vive una asesina real. Tengo es un hombre del renacimiento doméstico, profesor de matemáticas, músico y escritor al mismo tiempo y con buena calidad todo ello.
Tengo también es lector de una editorial cuando descubre La crisálida del aire, una obra aparentemente de fantástica escrita por una chica menor de edad. Aunque con buenas artes tanto él como Komatsu, el editor, coinciden en que le falta algo. La deshonesta proposición de corregirlo adaptándolo a lo que se espera de la obra pero de incógnito será el detonante de toda la trama.
Fukaeri es joven chica que ha escrito La crisálida del aire. Todo en ella es complicado. La obra no la escribió ella sino que la dictó, no está escolarizada por su dislexia, no tiene la regla y vive con un profesor que no es su tutor legal por que sus padres están ilocalizables.
Aomame primero y Tengo después perciben que la realidad se va quebrando poco a poco, pero no sólo en el presente, sino que el pasado -algo difuso para ambos- comienza a tomar su verdadera forma. Sin embargo sus ocupaciones y preocupaciones actuales les impiden profundizar por el momento en esas evidencias.
Como el mismo libro avisa “Fijándose bien se podían distinguir varios hilos flotando en el aire. Quien quisiera verlos, los veía”. Uno de esos hilos que flota es el de la doble moral al tratar con las sectas. Murakami juega con el lector en el primer libro, amaga sobre el peligro de ellas, las posibles complicaciones que pueden traer a sus adeptos y sus hijos, es decir, regala los oídos a la sociedad actual, mientras la realidad del argumento lo contradice, introduce la doble moral haciendo que los asesinos, quienes ordenan asesinar, los maltratadores que empujan a las mujeres suicidarse por ellos, los fraudulentos, aprovechados y aquellos que por su promiscuidad tienden a romper familias, incluso quienes llevan a sus hijos los domingos de casa en casa con fines económicos -como el padre de Tengo-, no son los sectarios, sino quienes han “escapado” del grupo o aquellos que nunca pertenecieron a él. En el segundo libro esto se magnifica ya que hasta la misma Aomame duda de estar haciendo “el bien” al enfrentarse a ellos. Incluso el único que parece mantener cierto equilibrio, Tengo, sucumbe plenamente a la presión de grupo y al comportamiento sectario al ceder ante en su editor y ante Fukaeri violando su conciencia para mantener esos vínculos. Esto forma parte de la otra realidad a la que Murakami nos arrastra.
Incluso los mismos actos y con la misma persona son juzgados de forma diferente por los mismos protagonistas, mientras unos merecen la muerte en los otros es una muestra de compañerismo. Incluso incinerar a un muerto practicado por los miembros de la secta es calificado como “¡Qué macabro!. Sí, son unos tipos siniestros”.
¿Nos está engañando el Gran Hermano? ¿Señala con un dedo los peligros que luego están en el lado contrario? Todo es una invención, un juego de manos, un brillantísimo truco de magia. El lector avisado encontrará ese juego que en el segundo libro cambia.
En este segundo libro, Murakami se libera de cierto grado rigidez que acompaña al primero mostrándose libre y en todo su esplendor. El grado de fantasía aumenta y ya no sabemos su estamos mirando al techo a al suelo. La litelpipol empieza a mostrar su poderío y todo lo que parecía real se va diluyendo, quedando sólo como algo sólido los personajes básicos. Siguiendo el empujón del primer libro incluso las organizaciones religiosas presentan otra cara que sostiene la duda sobre ellas mismas. La razón pierde su fuerza en ese 1Q84 y el final lleva a un clímax que sólo podrá dilucidar el tercer libro todavía por editarse en español el próximo otoño.
La estructura del libro se basa en El clave bien temperado, con tres libros de 24 capítulos cada uno. Otra de las constantes murakamianas es su banda sonora, la cual vuelve a incluir jazz y música clásica.
El homenaje que rinde Murakami a Orwell y su 1984 tiene un resultado atractivo. Mientras en aquel el presente reescribía el pasado en este son sus personajes los que tienen que irlo descubriendo poco a poco, tanto el suyo como el de los demás.
1Q84 es una obra muy densa y compleja como para ganar nuevos adeptos al rito murakamiano, pero seguro que fascinará a sus seguidores, sobre todo el segundo libro, impecable en fantasía. Lo siguiente que he de decir no sé si es bueno o malo, cada cual deberá valorarlo por su experiencia, pero Aomame se parece mucho a Lisbeth Salander sólo que en versión Murakami. Para mi gusto personal, corregida y mejorada. Ustedes dirán…
Pepe Rodríguez
FICHA DEL LIBRO
COMIENZA A LEERLO
Interesante, apuntado queda.
😉
Es sorprendente el impacto que ha tenido este autor, sin duda es alguien a quien habrá que seguirle la pista.
Que ganas de leerlo. Me encantaron Kafka en la orilla y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
Y pensar que cuando se escribió este articulo, lo mejor estaba aun por venir: 1q84 es un libro redentor.