La patria de todos los vascos – IBAN ZALDUA

Iban Zaldua (Donostia, 1966) se ha hecho un hueco en la literatura vasca en un género que no gozaba casi de precedentes en la mima: el de la ciencia ficción, el de las ucronías bufonescas, el de la revisitación de un modo humorístico, al más puro estilo ingles salpimentado con gotas de K. Dick, de la adobada historia del País Vasco, esa tierra que, al igual que dijo Winston Churchill de los Balcanes, produce muchas veces más historia de la que puede asumir.


El protagonista de su última novela, ‘La patria de todos los vascos (Lengua de Trapo, 2009), el profesor Joseba Anabitarte, es invitado a dar un curso de lengua, literatura e historia vasca en una universidad de la remota ciudad de Anchorage, en Alaska, un paisaje mental que parece sacado de la añorada serie ‘Doctor en Alaska’ donde, se asegura, no hay nadie que sepa nada de Euskadi. Hastiado de la situación política vasca (la novela se ambienta en los días de la ruptura del alto el fuego permanente de ETA), sintiéndose levemente amenazado por la organización armada y sufriendo una versión localista del ‘síndrome del norte’, que le lleva a una fatiga crónica por el exceso de información sobre política vasca, Anabitarte se despide de su joven alumna-amante, Zuriñe, y de su novia, Arantza, y siguiendo los sones de una canción de Michelle Shocked, se va a Anchorage dispuesto a cortar todos los lazos que le unen a Euskadi, familia, amantes y amigos incluidos.

Donde otros escritores (caso de Fernando Aramburu) hubieran levantado un mosaico trágico sobre el forzado exilio de tantas personas por culpa de la violencia política en Euskadi, Zaldua recurre a las armas que tan poco ha usado la reciente literatura vasca: el sentido del humor, el distanciamiento, la incorporación de lo absurdo a una realidad trágica. Anabitarte, que como todos los personajes de Zaldua se ve irremediablemente atraído por el sexo femenino más joven, se incorpora a su puesto de profesor entre folletos y veladas amenazas de evitar el acoso sexual con alumnas y resignado a tratar de interesar a unos estudiantes con la escueta y poco homérica aventura de la lengua vasca.

¿Cómo atraer a unos jóvenes norteamericanos que no saben ni situar el País Vasco en un mapa a la historia de un país inexistente y sin historia y a las letras de una región que, dejando aparte sermones curales y poetas de ocasión, no ha empezado a expresarse por escrito hasta bien mediado el siglo XX? Aquí es donde el escritor decide dar entrada a la farsa. Anabitarte, aburrido, envalentonado por la distancia física con la patria, impelido a seducir a sus alumnos con su retórica, reinventa toda una historia de la literatura vasca donde cada escritor supone un jalón nuevo y mejor en la evolución de uns lengua que alumbra con su creatividad el devenir de las letras europeas. ¿Quiénes inventan el romanticismo? Poetas vascos. ¿A quién copia Jean Austen? A una tipa de Gernika. ¿Dónde surge el futurismo? En Bilbao, por supuesto.

Partiendo de la lengua, el protagonista de ‘La patria de todos los vascos’ se ve impelido también a darle forma a una nación idealista, republicana y fiel, orgullosa y colonial, que ha sustentado a España durante siglos, cuyos ejércitos recorrían Europa y que, hoy en día, independiente y feliz, sólo ve manchado su utópico discurrir por la existencia de una banda armada que lucha por incorporarse a España. Trasunto cómico de la realidad de Euskadi: un proyecto de nación nunca fraguado cuyas señas de identidad han sido forjadas, cambiadas e inventadas a través de los siglos.

Si el nacionalismo vasco con Sabino Arana a la cabeza (a quien Zaldua dedicó la farsa futurista ‘Si Sabino viviría’) también construyó una patria secularmente sojuzgada por España, la imagen del pueblo idílico, descendiente de Noé, que lleva milenios bailando a los pies de los Pirineos y cuya vernácula lengua se ha mantenido pura en un continente dominado por la parla indoeuropea, también el profesor Joseba Anabitarte puede coger el mecanismo dialéctico nacionalista de creación de mitos para reinventar las pistas del pasado y dar a sus alumnos una versión mejorada e ideal de Euskadi, lo que pudo haber sido quizá, la región soñada en tantos mítines y en tantos cerebros desgastados por los paraísos inexistentes.

Por supuesto el despertar a la realidad es crudo, aunque la parte final de la novela guarda alguna sorpresa. ¿Es Zaldua nacionalista o no nacionalista? ¿Son sus novelas una parodia del nacionalismo o una apología de la nación inexistente? Es una pregunta interesada para un debate vacío y politiquero barato. Lo que es, es un narrador nato con historias que contar y pasión por hacerlo que ha venido a descargar a la literatura en euskera de su desaforado tremendismo, de su carga compromiso para entregarlas al espacio de lo lúdico y salvajemente reflexivo.

Iván Alonso

RESEÑA DE LA EDITORIAL

El profesor Joseba Anabitarte es invitado por la universidad de Anchorage a enseñar lengua, literatura y cultura vasca durante un semestre. Y será el día en que ETA dé por terminado su último alto el fuego cuando decida aceptar la propuesta. Pero no es solo el asfixiante clima que se respira en el País Vasco lo que mueve a Joseba Anabitarte a abandonar su querida tierra: su vida privada está lejos de ser una balsa de aceite. ¿Pero cómo mantener el interés de unos alumnos que situarían el País Vasco en el Cáucaso? Lo que empieza siendo un pequeño anzuelo pedagógico, un cierto maquillaje de la realidad, se convertirá en la más fantástica historia de Euskal Herria que jamás se haya contado. Entre otras cosas… Sin renunciar a su humor punzante e irreverente, Iban Zaldua aborda en esta novela el problema de los nacionalismos, pero también del conflicto que supone querer transformarnos en unos extraños de nosotros mismos, forasteros de nuestra propia vida.

Ficha del Libro

Título: La patria de todos los vascos |Autor: IBAN ZALDUA | Editorial: Lengua de Trapo | Páginas: 144 | Precio : 15,20€